Asociación de Padres Alejados de sus hijos
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Trabajos presentados para la Jornada sobre "Obstrucción del vinculo con los Hijos"
del jueves 29 de noviembre de 2001 para ser seleccionados, y que no fueron elegidos para ser difundido en el evento y a cuyos autores agradecemos el interés en participar.
Obstrucción de vínculos dentro de la violencia
intrafamiliar.
Marcel Pagnol escribe en su obra Fanny, acerca de la disputa que se establece
sobre quién es el verdadero padre de un niño que acaba de nacer; si el padre
es quien lo gestó y no lo reconoció o el que le dará su nombre.
Fanny declara al padre biológico, Marius, "eras su padre antes de que
naciera" a lo que Marius responde "cuando uno es padre lo es para
siempre", y Cesar contesta:
-Cuando nació pesaba cuatro kilos... Pero hoy pesa nueve. Y tú sabes qué son
esos cinco kilos más. Son cinco kilos de amor. Sin embargo, ¡es ligero el
amor!...y tú ¿qué diste?
-¡La vida!
-Sí, la vida. Los perros también dan la vida... Y también los toros. Tú no
deseabas a ese niño. Lo que querías era tu placer. No digas que la vida se la
has dado tú. El te la tomó que no es lo mismo.
-¡Cómo...! ¿Tú también?. Pero en nombre de Dios. ¿Quién es el padre? ¿El
que dio la vida o el que pagó los biberones?
-El Padre es el que ama, concluyó magníficamente Cesar.
Permítanme, entonces, desplegar ahora el tema.
En este trabajo intento abordar el recorrido que hace la cría humana para
devenir sujeto a partir del deseo materno y del Nombre del Padre. Nombre del
Padre que marca la prohibición del incesto.
Deseo materno que no debe coagular al hijo en la búsqueda de su propio deseo.
Articulo además, un tema candente en tanto y en cuanto es causal de obstrucción
en la continuidad de la relación de uno de ellos dentro de la trama vincular.
Se obstruye al violento casi siempre.
Vayamos poco a poco. Hablemos del padre. Padre que además del esperma dona un
nombre y apellido.
Al respecto dice Bernard This que la filiación se establece jurídicamente, y
se marca con un patronímico la relación del padre con el hijo para señalar al
hijo como no confundido con la madre. Agrega que si bien el padre no lo llevó
en el vientre, de esta manera se coloca entre el hijo y la madre por medio de su
apellido.
En cuanto a la madre, es necesario que ella permita al padre ejercer este Nombre
del Padre, esta ley. Es mucho más que reconocerlo como genitor. Es ayudar al
hijo a virar hacia el padre, pero es también ayudar al padre a virar hacia el
hijo.
This hace un trabajo interesante rastreando los Nombres del Padre a través del
estudio de la covada. Desentrama sus distintos significados apoyándose en el
texto freudiano Totem y Tabú, en el padre de la horda primitiva.
Tomaré aquí solo algunas de las definiciones que This da.
Es muy ilustrativa la de Banchofen: "Es un pasaje del matriarcado al
patriarcado por medio de un rito que expresa la participación del padre en el
engendramiento para adquirir sobre el niño derechos que hasta entonces le
pertenecieron solo a la madre".
Algunos autores aluden a la covada como "el signo del advenimiento del
poder paterno". Otros lo ubican como "el lecho de parto de los
hombres" o como "invención de las mujeres para que los maridos no
salgan de caza y les traigan más trabajo", o también como "parto
simbólico de los hombres" y finalmente como "un sistema de protección
de la mujer sobre los deseos sexuales del padre cuando no está aún repuesta
del parto".
La paternidad, entonces, está en el origen de la historia. Sin ella la
subjetividad del hijo peligra.
Pasemos ahora a la madre. Madre que debe elaborar una relación con el hijo que
lleva en su vientre. Debe crearlo psicológicamente; el imaginarizarle un cuerpo
corresponde a la primera representación que de él se tiene como ser unificado
y sexuado. Al nacer, el hijo completa a la madre.
El bebé como ser altricial llega al mundo dependiendo de un otro jerarquizado
que codifique y decodifique su demanda: ésta dependencia marcará su capacidad
de aprender, su tolerancia a la frustración, su matriz vincular. Es así como
mediante el llanto, producido por una gran excitación visceral, el niño
demanda al Otro una cancelación a esa sensación; pide una "acción
especifica": comida, mimos, baños, canciones, etc.
En el ser viviente hay entonces todo un movimiento pulsional que arranca y
depende del campo del otro dirá Lacan; es el Otro que frente al llanto coloca
nombres: es por hambre, es por frío, es por gases. Erogeneiza así cada uno de
los bordes pulsionales. Un bebé tiene una superficie de inscripción donde
todos los estímulos exteriores dejan su marca: la piel. Amamantar al bebe,
acariciarlo, hablarle y sostenerlo con la mirada genera una escena inolvidable:
un plus de placer, una primera experiencia de satisfacción que deja una primer
huella mnémica, dirá Freud.
La madre, lee anticipadamente lo que ella cree que es una demanda y algo brinda
que no es del hijo sino que le es propio: su propio deseo; lee lo suyo en el
rostro del bebe, pero si la madre persiste en esa idea de completud que le causa
el hijo, el narcisismo como estado permanente, no permitirá advenir al sujeto.
La madre fálica que tiene todo, que es completa es una trampa mortal para el
hijo.
Advirtiendo Freud que esta díada evolutiva debe abrirse a un tercero, dice
"hijo no tomarás a tu madre, madre no reintegrarás tu producto. El padre
debe poner su presencia real. Esto es más que el Nombre,.
Quiero aclarar que no aludo aquí al tema de las funciones maternas o paternas ,
porque de preservar los vínculos sanguíneos se trata.
Pensando el tema desde la violencia intrafamiliar, grave causal para el corte de
la relación vincular padre-hijo, se hace necesario considerar la historia del
agresor para poder trabajar sobre estas cuestiones.
Y aquí me pregunto ¿Desde dónde se lo evalúa?. ¿Desde dónde se lo piensa
para fundamentar la exclusión?
El hombre violento, lo mismo que la mujer violenta, no solo es victimario sino víctima
de sus propias privaciones emocionales, de sus propias ausencias de ese lazo al
Otro. Sus sufrimientos pasados se traducen en nuevos circuitos de violencia.
Atendiendo al pensamiento de Donald Dutton una sucesión de malas experiencias
sociales y psicológicas de la primera infancia son la base de estas conductas,
de manera tal que en la reiteración de su conducta violenta, en la esclavitud
psicológica en la que el golpeador, el violento, coloca al otro, trata de
preservar su sentido de identidad de la única manera que ha aprendido;
transformando su impotencia en omnipotencia.
Winnicott habla acerca de las tendencias positivas que las familias siembran en
sus hijos cuando hay determinado grado de salud mental intrafamiliar, de manera
tal que un sujeto logra su integración cuando puede sentir a sus padres como
figuras confiables y disponibles. Es así que uno podría pensar que las
tendencias antisociales de los golpeadores colocan a la familia como blanco de
sus propios impulsos destructivos infantiles.
Padres que golpean a sus hijos porque desconocen cómo educarlos en el amor y en
los que la compulsión a la repetición los lleva a lastimarlos aunque no lo
quieran. Padres que reeditan en forma activa aquello que se inscribió como
pasivo. ¿Es eso suficiente para dejarlos fuera de la escena?
Cuando por medio del golpe, el padre intenta coagularse en la omnipotencia es
porque el mismo no fue atravesado por la castración simbólica que debería
haberle mostrado que no todo es posible.Que el cuerpo del hijo no le es propio.
Y viene la escena del golpe que magulla el alma de ambos, de todos los miembros
de la familia.
El padre debe ser agente de corte humanizante porque de no ser así el hijo
quedará como objeto fabricado por el cuerpo de la madre. Entre dos sujetos,
dice Lacan, está la palabra o la muerte.
Los padres que maltratan a sus hijos generalmente están investidos con su
propio miedo infantil, con profundas heridas en el narcisismo y por lo tanto, no
pueden dar respuestas de adulto sino desde su propio niño. Es así como las
propias marcas de un padre determinan el ciclo evolutivo de mayor tensión. Hay
padres que activan el disparador de la violencia en la adolescencia, por
ejemplo, porque este fue su peor momento, pero en realidad la violencia siempre
ha estado más o menos solapadamente.
Sentimientos de frustración, de impotencia y de soledad sustentan una carencia
general de capacidad para cuidar a los hijos, pero tal vez lo más grave de la
violencia, es que presentifica una carencia de los modos menos costosos de pedir
ayuda. Hablarlo, poner los sentimientos en acción antes que el golpe y la
impulsión.
Hasta acá podríamos resumir maneras de pensar estas fallas desde tres ítems
generales:
1- Con relación a los padres que sufren a causa de sus propia historia .
2- Padres deprivados emocionalmente.
3- Hijos considerados indignos de ser amados.
Como vemos, las tres aluden a una imposibilidad de cumplir el rol de adulto con
su función de protección y de sostén.
Como sea, para estos padres, hay intenso sufrimiento. Lo hay también para toda
la familia.
El hijo tiene derecho al vínculo sano. Es por ello que urge la necesidad de un
tratamiento psicológico del adulto donde pueda desplegar todo su padecimiento,
para poder construir un nuevo modo de relación.
La realidad es que hay una gran variedad de elementos que deben articularse en
un buen funcionamiento para que los vínculos no se obstruyan. Desde allí es
necesario considerar aspectos que se relacionan con:
* Falta de sensibilidad de los jueces a la hora de decidir qué es mejor para el
hijo.
* Discrepancia de criterios para aplicar una misma ley.
* Ausencia sobre metodologías específicas que den cuenta de un prolijo
accionar.
* Falta de capacitación específica para contener a estos padres.
* Falta de programas para tratamiento de agresores.
* Falta de coordinación institucional para emplear un abordaje
interdisciplinario del tema.
* Insuficiencia de programas y de recursos para ampliar el campo de la prevención.
Volviendo ahora a Marcel Pagnol, y a la sentencia de César: El padre es el que
ama, sólo que muchas veces y frente a estas impulsiones, debe primero tomar
contacto con su amor, con la posibilidad de sentirlo para despojarse de su
propio discurso interno desde donde sólo siendo golpeado...se es amado..
Silvia Casado
Lic. en Psicopedagogía
Lic. en Psicología
APADESHI