Asociación de Padres Alejados de sus hijos

Inicio Contenido  Artículos Principal

Puede realizar consultas a través del correo  

  

INDICADORES PARA LA PROTECCION DE LOS MENORES DURANTE EL PROCESO DE DIVORCIO

    Lic. Eliana E. Troillo - Lic. Mercedes de la Rúa

Presentado en las Jornadas Internacionales de Victimología organizadas por el Centro de Asistencia a la Víctima del Delito de Córdoba.   Referencia: www.justiciacordoba.gov.ar

 En el presente trabajo reflexionaremos sobre factores que consideramos importantes en el proceso de divorcio. Partimos de una concepción de Familia tal como la define Carlos Sluzki como “un conjunto en interacción, organizado de manera estable y estrecha, en función de necesidades básicas con una historia y un código propios que le otorgan singularidad; un sistema cuya cualidad emergente excede la suma de las individualidades que lo constituyen para adquirir características que le son específicas”. Podemos caracterizarla como un sistema abierto que funciona dentro de un contexto sociocultural más amplio en el que se encuentra inmersa. Como grupo social natural determina las respuestas de sus miembros a través de estímulos desde el interior y desde el exterior, la experiencia de los mismos se ve tamizada por su organización y estructura.

La familia debe adaptarse cuando las circunstancias cambian transformándose de modo de permitir a sus miembros encarar las nuevas circunstancias sin perder la continuidad.

Dado que los problemas son comunes a todas las familias no es posible emitir juicio sobre normalidad o anormalidad basándose en la presencia o ausencia de problemas. No hay modelos únicos de normalidad y organización familiar. Dentro de la jerarquía familiar, los niños son más vulnerables que los adultos por lo que suelen ser menores las probabilidades de reaccionar y recuperarse en los hijos que en los padres. No obstante es posible para algunos niños, atravesar esta transición sin consecuencias, a pesar de las dislocaciones físicas, económicas, psicológicas y sociales que implica.

La patología surge en la familia cuando el sistema familiar se rigidiza no pudiendo implementar pautas alternativas que le permitan adaptarse a la nueva circunstancia y evolucionar. Es necesario preguntarnos porqué la crisis para algunos niños se transforma en maligna, no pudiendo ser ayudados a gatillar sus potencialidades para el crecimiento.

Se puede definir al Divorcio  como una organización viable que nuestra cultura ha institucionalizado, la cual en sí misma no es intrínsecamente patológica.

Cuando se pone énfasis en la patología se tiene a ver a todos los miembros de la familia como enfermos, en lugar de ver a la familia divorciada como un sistema en crisis y transformación, que necesita reorganizarse. El divorcio puede ser el final de un estado crónico que finalmente se desestabiliza.

El divorcio es un proceso que se da en etapas interrelacionadas que pueden parcializarse sólo a efectos didácticos. Es usual que el cumplimiento de las tareas de una etapa atente contra las posibilidades de cambio o de adaptación a la siguiente, y por lo tanto, desarrolle disfuncionalidades específicas.

La evolución de los miembros del sistema familiar original y fundamentalmente de los hijos, en el período inmediatamente posterior a la separación de los padres, depende de la cohesión y de la flexibilidad del sistema. Al hablar de cohesión nos referimos al equilibrio entre pertenencia y autonomía en relación a la familia y al hablar de flexibilidad a las posibilidades de acomodación y cambio familiar.

Los indicadores que consideramos importante tener en cuenta corresponden a las áreas: social, jurídica y clínica.

 

Area Social

 

Argentina al igual que la mayoría de éstos países de América del Sur, es heredera de la tradición latina y de tendencias conservadoras de la Iglesia Católica. Es posible observar la influencia de esta herencia en las protoreglas de nuestra sociedad. Las sensaciones de fracaso o pérdida que experimentan los miembros de la pareja ante la ruptura del vínculo matrimonial están ligadas a la valorización que nuestra cultura otorga al vínculo de pareja. Es necesario tener en cuenta los tipos de prejuicios existentes en la sociedad. Florence Kaslow señala los prejuicios machistas y matriarcales. En base a este prejuicio machista se considera al hombre como dueño del mundo exterior (dinero, trabajo, sexo, etc.) este prejuicio hace presumir la culpabilidad del hombre en cualquier conflicto marital y prevee la posibilidad de que con culpa o no el hombre forme otra pareja. Mientras que el prejuicio matriarcal considera a la mujer como dueña de los hijos, de las reglas de educación, de la transmisión de cultura y de valores. Se la presupone como víctima del divorcio anteponiendo su rol matriarcal al sexual. Se considera que los hijos son su propiedad y que sólo ella es importante para su crianza. Entre las consecuencias que se derivan de estos prejuicios existentes en la sociedad podemos señalar el hecho de que el hombre en la organización familiar postdivorcio quede con el dinero, la posibilidad de volver a formar una pareja pero sin sus hijos. Mientras que la mujer queda consagrada a criar a sus hijos como su propiedad en una relación diádica pero empobrecida sexual y económicamente.

Otro prejuicio existente en la sociedad se refiere a la represión sexual por el cual se sobrevaloran los pecados sexuales como origen del divorcio, atribuyéndolo siempre a una tendencia poligámica del varón y subestimando la sexualidad de la mujer e ignorando que puede haber razones no sexuales que alejen a una pareja.

Existe dificultad en ver al cónyuge que propone el divorcio como una persona que sufre.

Las consecuencias de los prejuicios en la organización post-divorcio se manifiestan por ejemplo en la obstaculización del acceso al padre, quien no es considerado importante lo cual a su vez puede alentar conductas abandónicas por parte del mismo. Puede llevar también a que la mujer adopte no siempre en forma justificada el rol de víctima y a que muchos sistemas generen profecías autocumplidoras esperando inevitablemente problemas en los niños que han pasado por la experiencia de un divorcio.

Debido al empobrecimiento de la situación económica en la organización postdivorcio, la colaboración o soporte económico de la familia de origen puede contribuir a la indiscriminización de roles y borramiento de fronteras. Por ejemplo la regresión que se produce cuando la esposa se ve forzada a formar pareja con sus hijos deteniendo así el desarrollo de todos al enfatizar su rol materno sobre su rol sexual.

 

Area Jurídica

 

Desde el área jurídica observamos que la ley puede resultar a veces inadecuada para el cumplimiento de los fines que persigue, entre los que podemos señalar el bienestar, fortalecimiento y función de socialización de los hijos. La ley está concebida en términos lineales, presuponiendo la existencia de víctimas o inocentes victimarios o culpables. Consideramos que la realidad debe comprenderse desde una visión de casualidad circular, ya que de concebirla en términos lineales se estigmatiza al progenitor culpable descalificando su imagen ante los hijos y facilitando la evitación de responsabilidades por parte del inocente. Es necesario operar con los conceptos de complementariedad de conductas y de verdades múltiples, priorizando los intereses de los hijos como palanca para el cambio. La acción constructiva con los padres y los éxitos que se puedan lograr con ellos son un factor que además de ser preventivo curativo es reparador de la relación de los adultos a través de las experiencias en conjunto. La acción de profesionales que puedan facilitar la acción conjunta de padres responsables tendrá importantes efectos reorganizantes del sistema. De esta forma se restringe el derecho de los hijos a tener la imagen de ambos progenitores como respetables y dignos.

Consideramos necesario revalorizar al niño como sujeto de derechos propios en vez de objeto de derecho de sus padres, que es disputado como un bien más en el litigio.

La ley es la evidencia explícita y formal de las reglas sancionadas por el sistema social. Las reglas en el sistema social están generalmente afectadas por prejuicios así como las leyes también tienden a ser reglas al servicio de esos prejuicios.

La justicia es un subsistema importante y decisivo por su autoridad es el motor inicial por el cual la pareja debe ir rescatando a medida que logra acuerdos, gradualmente, su poder de decisión perdido por el litigio y asumido por el juez. De esta manera el tribunal, sus normas procesales, el juez, etc., pasan a un segundo plano en la medida que se constituyen como representantes de la justicia que homologará los acuerdos logrados por los ex cónyuges. Es necesario que el juez de familia sea capaz de proveer acuerdos entre las partes sin reemplazar a los cónyuges en sus decisiones, a través de sus sentencias salvo en casos de extrema necesidad. El éxito del juez es no ser más necesario.

Con respecto a la función de perito judicial que asesora al juez, es importante que la misma prevea a los distintos miembros del sistema familiar de elementos que los ayude a manejar la crisis y les posibilite lograr la reorganización necesaria en vez de diagnosticar o focalizar su atención en forma exclusiva en elementos del pasado que no contribuyen a resolver la situación presente.

La estrategia básica de trabajo debería ser la interrupción de un circuito internacional adverso en el que se perpetúa la violencia y contradicción. Procurando lograr acuerdos que transformen la relación competitiva de los cónyuges en colaborativa lo que redundará en beneficio de los hijos.

Es importante que los jueces consideren la relación paterno-filial y defiendan el derecho de los hijos al contacto con ambos padres, en lugar de privilegiar el derecho de visita de los progenitores. Los progenitores deben ser responsables de velar por el derecho de sus hijos a mantener contacto con ambos.

El establecimiento de pautas claras y adecuadas de discriminación y respeto de territorios se expresa en un régimen de horarios, visitas y alimentos con facilitación de la disponibilidad real de ambos progenitores. El establecimiento de reglas claras, continuas y el poner a los padres a cargo de sus responsabilidades, que no deleguen en otros, hace a la estabilidad del sistema familiar y al bienestar de los hijos.

 

Area Clínica

 

Desde el área clínica creemos que durante el proceso de divorcio el objetivo terapéutico debe estar orientado a proveer consejo a la familia centrándose en las posibilidades creativas del nuevo organismo. El foco del trabajo es la coparentalidad, para lograr un sistema de nutrición y control estable. Los hijos necesitan acceder a ambos padres por igual y conocer claramente su nueva situación. Para que pueda haber una buena unión coparental tiene que haber una buena separación de los esposos lo que implica haber logrado una ruptura total del vínculo erótico. El sistema familiar experimenta tensión, producida por la transición, lo que provoca un estrechamiento de los vínculos de la familia. Al cambiar la realidad familiar, la estructura del sistema debe adaptarse a las nuevas circunstancias, lo que requerirá de la instrumentación de nuevas pautas transaccionales o de pautas alternativas. La posibilidad de evolucionar de la familia hacia una nueva forma de organización funcional estará dado por las características de flexibilidad o rigidez que posea. La respuesta al cambio familiar difiere según la etapa de desarrollo de los niños. Es necesario que se logre una adecuada separación de la pareja marital y una estrecha unión de la pareja parental. Para los hijos esta situación las fronteras subsistemáticas más importantes son las referidas al subsistema parental. Fronteras adecuadas en este subsistema sin rigidez extrema, no excesiva flexibilidad son necesarias para que los padres puedan seguir operando en términos nutricios y normativos en relación a sus hijos en común.

Al generarse tensión en el subsistema conyugal se tiende a la inclusión de un tercero triangulándolo. Observamos frecuentemente la triangulación de los hijos en el proceso lo que patologiza la situación produciendo sintomatología en algunos de los hijos en un intento de impedir el cambio, quedando así atrapados en la triangulación.

Para el buen manejo del proceso es importante lograr que ambos cónyuges acepten la inevitabilidad del divorcio, fundamentalmente en aquellos casos en los que la decisión no es compartida. También la propia responsabilidad y participación en el fracaso del matrimonio.

En aquellos casos en que se produce un acentuado apego del progenitor custodio al hijo y la abdicación de las funciones parentales por parte del otro progenitor surge la disfuncionalidad como resultado del incremento de funciones nutritivas simbolizantes con abdicación de las funciones parentales normativas.

Desde el punto de vista de los hijos una de las principales fuentes de tensión surge de los conflictos de lealtades hacia los padres, principalmente alimentadas por éstos.

Los niños experimentan también dificultades en la definición de límites entre las que podemos señalar:

Ø      Pertenencia, respuesta interrogante ¿cuáles son los miembros de mi familia?

Ø      Espacio

Ø      Autoridad, quién es responsable del niño con respecto a la disciplina, dinero, etc.

Ø      Tiempo, incertidumbre referida a la nueva distribución del tiempo en la nueva familia, etc.

 

Conclusiones

 

Consideramos imprescindible asistir a la familia en proceso de divorcio a los fines de evitar el estancamiento de la misma en la repetición de pautas interaccionales disfuncionales. Mediante un trabajo interdisciplinario es posible desde las distintas instituciones implicadas realizar una labor preventiva considerando los distintos indicadores que desde el área social, jurídica y clínica pueden impedir a la familia evolucionar hacia un nuevo estadío con los consecuentes perjuicios para los niños. Mediante el reconocimiento de las mismas se puede colaborar con la misma desde estos diversos ámbitos.

En la actualidad según datos que nos ofrece la realidad podemos considerar a la familia divorciada como una nueva forma de organización familiar que puede requerir ayuda profesional al igual que otras formas de organización familiar.


Bibliografía

 

-         Analía Komblit, Familias Ensambladas.

-         Carlos Díaz Usandivaras, Mabel de Donigi, Norma Bojman. La violencia en el divorcio y el post divorcio – Técnicas para su manejo.

-         Salvador Minuchin. Familias y Terapia Familiar.

-         Pedro Herscovici. Por el mejor interés y en defensa de los hijos de la separación. Terapia Familiar 1986 IX 15.

-         Florence Kaslow. “Wen the Rules Do not Help: Dealing With Divorce in a Country which has Only Recently Started to Recognize Divorce”.

-         Walsh, F. Normal Family Processes. The Guilford Press, 1982.

-         Carlos M. Díaz Usandivaras. El síndrome de Alineación parental una forma sutil de violencia en el post-divorcio.

 

APADESHI