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Estadísticas sobre denuncias erróneas o falsas  de Abuso sexual infantil 

Autora: Lic. Susana Pedrosa de Álvarez

  El tema de las estadísticas de denuncias de abuso sexual es muy controvertido. En Estados Unidos, donde existe un verdadero culto a las estadísticas, los investigadores no han podido llegar a resultados numéricos coincidentes que puedan indicar el porcentaje de denuncias erróneas o falsas. .  Es decir, los estudios llegan a cifras muy divergentes que oscilan entre el  6% ( Faller, 1989) al 80% (Wakefield, H. & Underwager, R.,1996 ).Lo que determina que, por lo tanto, los estudios no sean confiables.

Como si esto no fuera poco, se agrega el problema de  que no se pueden precisar la cantidad de casos de abuso sexual real que reciben asistencia psicoterapéutica pero que  no se denuncian, ya que muchas veces las propias víctimas sienten el acceso al sistema Jurídico como una revictimización.

        Tampoco los estudios han podido discriminar entre los diferentes mecanismos de falsa denuncia , malinterpretación parental, malinterpretación del propio niño, sugestión parental ,iatrogenia,  sobre-estimulación sexual, etc (AACAP,1993 ) y los correspondientes porcentajes. El problema se complejiza aún más, en un mismo caso pueden confluir varios de estos mecanismos y no es posible delimitar una única relación causal. Lo que están empezando a mostrar los estudios empíricos es la relación entre las denuncias erróneas y el papel de los profesionales de la salud mental ( Ceci & Bruck, 1995 ;  A.P.A 1998 ; ACAP,1993; y otros)

        Es incuestionable  que los delitos contra la integridad sexual de los niños aumentan junto con la exclusión social, con la prostitución infantil y el abandono paterno y que son unos de los problemas más graves  para  la salud infantil en la actualidad y merecen atención de las autoridades y repudio por parte de la Sociedad. También deberá considerarse como parte del problema a los casos de falsos positivos de abuso, o lo que nosotros denominamos denuncias erróneas porque es posible prevenirlas y evitar que muchas familias sufran sus consecuencias que resultan tan graves como la tragedia del abuso sexual infantil.

        Como veremos en el caso McMartin, es posible que el mayor porcentaje de denuncias erróneas las generen, sin proponérselo,  los propios profesionales a través de técnicas de entrevistas inadecuadas. O los interrogatorios de padres demasiados ansiosos mediante mecanismos de sugestión parental, tan inintencionales como determinantes (ACAP, 1993). Y que no sean denuncias “prefabricadas” premeditadamente para perjudicar a un tercero sino el efecto de terapias sugestivas o de la proyección de los sentimientos y conflictos no resueltos del divorcio en el padre no-conviviente. Es más, las denuncias prefabricadas intencionalmente son relativamente escasas  oscilan dos entre el 5% ( Faller   1990)  al 6% (Jones y Mc.Graw ,1987.)  En este tópico, el de la mentira deliberada hay congruencia entre investigaciones.  

        ¿Qué sucede en nuestro país? El vacío de estadísticas confiables no puede determinar la cantidad de casos de abuso sexual. Tampoco es  posible acceder a las  bases de datos en que se fundamentan los guarismos. Especialmente porque el análisis de la cantidad de casos  se realiza mediante llamadas telefónicas y se equipara cantidad de llamadas con cantidad de casos verificados. Metodología muy cuestionada por su gran margen de error. Por ejemplo, una persona que consulta por un caso de abuso sexual infantil  puede llamar varias veces y un mismo caso se contabiliza según la cantidad de llamadas, que pueden ser dos, tres, o más. (Wexler,1995)

       A continuación,  me referiré a una trabajo publicado por la ASOCIACION AMERICANA DE PSICOLOGOS, que coincide con nuestra valoración del problema. ( AMERICAN PSYCHOLOGICAL  ASSOCIATION- Peligro en la Corte. Un análisis científico del testimonio infantil, pp.2,4).

      ¿ Qué dicen los estudios sobre las  falsas denuncias?

        “...  Por otra parte, algunos investigadores reservan la designación “informes falsos” para aquellos casos donde hay un intento deliberado y malicioso de producir una denuncia falsa...”  Esta es la tendencia en nuestro país

       “...Aunque estos casos pueden designarse como informes falsos, estos no son los únicos.  Las falsas denuncias también ocurren como el resultado tanto de procesos  de coacción intencionales como  no intencionales, por mal interpretación de los eventos, y técnicas de entrevistas deficientes .Como hemos demostrado más arriba, las interpretaciones sobre la prevalencia y sobre los datos cambian de acuerdo a como se defina la denuncia falsa.

       En uno de los más grandes y más citados estudios, se revisó la ubicación geográfica de 576 casos informados de abuso sexual en Denver durante un año. El 53 % de estos caos fueron clasificados como “con indicios”, el 23% fueron juzgados como “infundados”, y el 24% de los casos no contenían suficiente información como para hacer un juicio clínico claro.

      Posteriores análisis de los casos infundados revelaron que éstos podrían ser categorizados tanto como intentos deliberados / maliciosos de hacer una falsa acusación ( 6% de los casos) o informes realizados de buena fe pero  que eran incorrectos ( 17% de todos los casos).

      Basándose en estos datos, algunos concluyeron que solo una muy pequeña proporción de informes eran falsos ( 6%). Esta figura del 6% ha sido repetidamente ofrecida en la corte por los peritos. Tengan en consideración el siguiente testimonio dado por un psicólogo clínico que evaluó la credibilidad de un niño de 9 años. :

     Abogado: Qué le dicta su experiencia general en esta área?

      Psicólogo: Mi experiencia general es que los niños no hacen tales historias de (de sexo anal) y los investigadores dicen que solo en el 5% de los casos las denuncias no son verdaderas. ( El Estado Vs. Geyman,1986,p.476)

      Sin embargo esta es una deformación de los datos porque el porcentaje de informes falsos es del 23%. El 6%  corresponde a  mentiras deliberadas, pero el restante 17% están entre aquellas mentiras que pueden ser en realidad  honestos errores. Y estos errores pueden causar mucho daño.

      Otros estudios han dado menores porcentajes de falsas denuncias. Basados en informes de trabajadores sociales, Everson y Boat ( 1989) estimaron que las falsas denuncias eran menos probables en los informes de las adolescentes ( el 8 % fueron consideradas falsas) en comparación de las denuncias que comprendían a niños de menos de seis años. ( solo el 2% de estos informes fueron considerados como falsos)

      Pero  de acuerdo a los criterios que fueron utilizados para clasificar como falsos los informes, nosotros sentimos que estos porcentajes pueden haber sido infravalorados. Aunque nosotros no hemos tenido acceso a los datos originales, parece  que los “falsos informes” fueron aquellos que fueron juzgados como “mentiras intencionales y deliberadas”.

       Estos porcentajes pueden no haber incluido aquellos casos que fueron al inicio considerados como  probados pero que después de posteriores investigaciones se encontró que eran el resultado de una astuta coacción de los adultos o de otras técnicas de entrevistas incorrectas, lo cual podría elevar considerablemente el porcentaje de falsas denuncias...” ( Ob.cit.pp.31)

       Yendo al aspecto que más nos interesa;  el grupo en el cual surge un mayor número de denuncias erróneas, es  decir, las denuncias en el contexto de los litigios por Régimen de visitas y tenencia, las investigaciones  reseñan:

        “... Muchos de los estudios de falsas denuncias se han enfocado en los casos de  custodias disputadas, las cuales generan dos temas relacionados. Primero,  ¿los porcentajes de  denuncias de abuso sexual son elevados en las familias implicadas en litigios por tenencia?  La respuesta parece ser sí. Thoenes y Tjaden ( 1990) contó el número de denuncias de abuso sexual en un amplio grupo de familias involucradas en disputas por visita y tenencia. En las 9.000 familias involucradas en tales disputas, existían 209 denuncias de abuso sexual. Los autores sacaron la conclusión de que el porcentaje de denuncia de este grupo era seis veces mayor que lo observado en el Estudio de Incidencia Nacional ( Centro Nacional de Abuso y Negligencia Infantil, 1988).

        El segundo tema relacionado a los casos de  tenencias es si los porcentajes de denuncias falsas son desproporcionadamente altas. Algunos argumentan que los elevados  porcentajes de abuso denunciado en las familias divorciadas, reflejan altos porcentajes de falsas denuncias que son consecuencia del estrés del divorcio y de los litigios por custodia...” (...)

       “.... Benedeck y Schetky ( 1985) estudiaron a 18 niños derivados por abuso sexual en litigios por tenencia y visita. Después de evaluados, 10 de los 18 casos fueron encontrados infundados. Los casos infundados fueron situaciones en las cuales el adulto es quien hace la denuncia y no hay revelación por parte del niño o que había deliberadamente coaccionado al niño. En base a su revisión de casos clínicos involucrando denuncias de abuso sexual, Paradise, Rostain y Nathanson ( 1988) concluyó que eran más las falsas denuncias entre los niños involucrados en  disputas por tenencia que lo nos implicados en tales litigios (5% de los informes de estos niños no fueron comprobados)

      Dos estudios recientes han incluido grupos de estudio mayores y los autores de ambos han coincidido...”

      Los estudios de Thoennes  en cinco servicios diferentes revelaron un consenso general  de que las denuncias de abuso sexual durante litigios de tenencia o de visitas ocurrían en "un pequeño pero creciente número de casos”  (Thoennes & Pearson, 1988a). Estimando que las acusaciones se presentaban en el  2%  con un rango de ocurrencia entre diferentes cortes estatales que oscilaron entre el 1% al 8%). En ese momento, había aproximadamente un  millón de casos de  divorcio por año. El  55% o sea 550,000 casos incluían a niños  menores. El 15%  de estos casos (82,500) terminaron en la corte debido a disputas por tenencia o por visitas. Por lo tanto, si trasladamos ese  2% encontramos que habían cerca de  1,650 casos de  denuncia de abuso sexual anuales en el contexto de los litigios..

        En USA la frecuencia actual pude ser mayor  que la que Thoemes estimó. Guyer y Ash (1986) notaron un marcado aumento en el número de denuncias de abuso sexual en el contexto de los litigios por tenencia o por régimen de visita: el 33% de 400  evaluaciones ordenadas por la corte en los últimos 5 años. Los mismos abogados destacaron que estaban manejando más casos (Fisk, 1989; Kaser-Boyd, 1988). Ekman (1989)  y los informes de algunos jueces sobre abuso sexual, se presentaban en el 10% o más de todas las disputas por tenencia. Raskin en sus estudios sobre el polígrafo, informó que después de  1974  sus exámenes del testimonio de  acusados de abuso habían aumentado en su testeo de veracidad ( o de inocencia) desde el  50% en el período 1974-82 al 79% de veracidad en los años 1983-87. La mayoría de los testimonios veraces ocurrían en las disputas por tenencia o por régimen de visitas (Raskin & Yuille, 1989).

        Hay desacuerdo sobre la proporción de denuncias erróneas. Sus porcentajes van del 20% al 80%. Thoennes informó que en el 33% de los casos de su servicio no había ocurrido el abuso. Fue considerado probable en el 50%, y, en el 17% no se pudo hacer ninguna determinación (Thoennes & Pearson 1 988a, 1 988b; Thoennes & Tjaden, 1990). Sin embargo, el estudio tiene una seria limitación: el criterio de  determinación fué la opinión de los evaluadores  y no la decisión del sistema de justicia.

        En casi   500 casos de supuestos abusos sexuales donde trabajaron Wakefield, H., & Underwager en el período 1990- 1996, el 40% fueron  litigios por custodia y por visitas. En las tres cuartas partes no se hallaron indicios de abuso. Es decir, los cargos fueron retirados, nunca  aceptados en la corte o fueron desestimados por la Justicia.

        Dwyer (1986) encontró estadísticas similares, el 77% de las denuncias de abuso en el contexto del Programa de Sexualidad Humana de la Universidad de Harvard, se habían considerado erróneas. Esta conclusión se basó en la opinión del staff de que las denuncias no eran confiables.

        Estos números deben ser manejados prudentemente y no debe llevarnos a la conclusión de que toda denuncia en el contexto de un litigio por tenencia o por visitas debe ser considerada falsa. Pero  muestran que hay un número desproporcionadamente alto de denuncias erróneas.

       Los Protocolos de evaluación expedidos por la ACADEMIA AMERICANA DE PSIQUIATRIA INFANTIL Y ADOLESCENCIA, los de evaluación para casos de litigios por tenencia y régimen de visitas y otros consideran explícitamente el tema de las denuncias de abuso sexual erróneas en el contexto de un litigio por tenencia y por régimen de visitas.

       Si en USA los autores empiezan a notar el impacto de las primeras denuncias erróneas en el contexto de los litigios por divorcio en 1981 ( Blush & Ross,1990) .En nuestro país, el fenómeno es más reciente y data del año 1993 e irrumpen, igual que en el país del Norte en el contexto de los divorcios conflictivos, los litigios por mayor tiempo de crianza compartida por parte del padre que no ejerce la tenencia y en los litigios por tenencia.

       Pero la experiencia del país del Norte parece no haber sido comprendida por los profesionales de nuestra nación, que en su mayoría, por una parte,  adhieren a los cuestionables estudios de Faller sobre las denuncias en el contexto de los litigios por divorcio que establece que la proporción de denuncias falsas o erróneas es bajo. Y por la otra, están en un franco desconocimiento de otros estudios específicos sobre la gran proporción de falsas denuncias o denuncias erróneas y sus mecanismos.

        El estudio de Faller (1990a) se basó en su experiencia clínica con 196 padres biológicos, padres no custodios y padrastros. Los padres no custodios habían sido acusados de abuso sexual durante las visitas, luego de la separación. El  mayor defecto del  estudio de Faller  se relaciona a los criterios que utilizó para determinar cuales denuncias eran verdaderas y cuales no lo eran.

Uno de los criterios de confirmación válidos para determinar la veracidad de un posible abuso es la confesión del supuesto ofensor.  En el estudio de Faller, aunque la mitad de los  padrastros y padres biológicos que vivían con sus hijos admitieron el abuso, solo el   20%  de los padres no custodios lo admitieron. Sin embargo esos casos se "validaron,"  y Faller  no consideró que en estos casos la denuncia de abuso pudiera ser errónea Tampoco explicitó qué considera como abuso “validado” . Es la opinión subjetiva del profesional que investiga? Es la corroboración del caso, mediante confirmación de una variable externa al investigador como la propia admisión del abusador? Es la simple sospecha del padre conviviente? Es la opinión personal de Faller, etc.?  Algunos abusos se validaron sobre la base de un criterio ( confesión ) y otros se validaron sobre la base de la ausencia del mismo criterio? . Cuando el único criterio de realidad del supuesto abuso es la opinión subjetiva del  profesional de la salud mental, no se pueden sostener criterios científicos ni establecer el posible margen de error (Levine & Battistoni, 1991). Por lo tanto es muy posible que un gran número de falsas denuncias pudieran estar presentes en el 80% de los casos en los cuales los padres no custodios no admitieron el abuso. Cualquier estudio que utilice estos dudosos criterios de validez debería ser analizado con suma prudencia  (Meehl, 1989).

 

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Estadísticas sobre denuncias erróneas o falsas de Abuso sexual infantil

Autora: Lic. Delia Susana Pedrosa de Alvarez.

 

El tema de las estadísticas de denuncias de abuso sexual es muy controvertido. En Estados Unidos, donde existe un verdadero culto a las estadísticas, los investigadores no han podido llegar a resultados numéricos coincidentes que puedan indicar el porcentaje de denuncias erróneas o falsas. .  Es decir, los estudios llegan a cifras muy divergentes que oscilan entre el  6% ( Faller, 1989) al 80% (Wakefield, H. & Underwager, R.,1996 ).Lo que determina que, por lo tanto, los estudios no sean confiables.

Como si esto no fuera poco, se agrega el problema de  que no se pueden precisar la cantidad de casos de abuso sexual real que reciben asistencia psicoterapéutica pero que  no se denuncian, ya que muchas veces las propias víctimas sienten el acceso al sistema Jurídico como una revictimización.

        Tampoco los estudios han podido discriminar entre los diferentes mecanismos de falsa denuncia , malinterpretación parental, malinterpretación del propio niño, sugestión parental ,iatrogenia,  sobre-estimulación sexual, etc (AACAP,1993 ) y los correspondientes porcentajes. El problema se complejiza aún más, en un mismo caso pueden confluir varios de estos mecanismos y no es posible delimitar una única relación causal. Lo que están empezando a mostrar los estudios empíricos es la relación entre las denuncias erróneas y el papel de los profesionales de la salud mental ( Ceci & Bruck, 1995 ;  A.P.A 1998 ; ACAP,1993; y otros)

        Es incuestionable  que los delitos contra la integridad sexual de los niños aumentan junto con la exclusión social, con la prostitución infantil y el abandono paterno y que son unos de los problemas más graves  para  la salud infantil en la actualidad y merecen atención de las autoridades y repudio por parte de la Sociedad. También deberá considerarse como parte del problema a los casos de falsos positivos de abuso, o lo que nosotros denominamos denuncias erróneas porque es posible prevenirlas y evitar que muchas familias sufran sus consecuencias que resultan tan graves como la tragedia del abuso sexual infantil.

        Como veremos en el caso McMartin, es posible que el mayor porcentaje de denuncias erróneas las generen, sin proponérselo,  los propios profesionales a través de técnicas de entrevistas inadecuadas. O los interrogatorios de padres demasiados ansiosos mediante mecanismos de sugestión parental, tan inintencionales como determinantes (ACAP, 1993). Y que no sean denuncias “prefabricadas” premeditadamente para perjudicar a un tercero sino el efecto de terapias sugestivas o de la proyección de los sentimientos y conflictos no resueltos del divorcio en el padre no-conviviente. Es más, las denuncias prefabricadas intencionalmente son relativamente escasas  oscilan dos entre el 5% ( Faller   1990)  al 6% (Jones y Mc.Graw ,1987.)  En este tópico, el de la mentira deliberada hay congruencia entre investigaciones. 

        ¿Qué sucede en nuestro país? El vacío de estadísticas confiables no puede determinar la cantidad de casos de abuso sexual. Tampoco es  posible acceder a las  bases de datos en que se fundamentan los guarismos. Especialmente porque el análisis de la cantidad de casos  se realiza mediante llamadas telefónicas y se equipara cantidad de llamadas con cantidad de casos verificados. Metodología muy cuestionada por su gran margen de error. Por ejemplo, una persona que consulta por un caso de abuso sexual infantil  puede llamar varias veces y un mismo caso se contabiliza según la cantidad de llamadas, que pueden ser dos, tres, o más. (Wexler,1995)

       A continuación,  me referiré a una trabajo publicado por la ASOCIACION AMERICANA DE PSICOLOGOS, que coincide con nuestra valoración del problema. ( AMERICAN PSYCHOLOGICAL  ASSOCIATION- Peligro en la Corte. Un análisis científico del testimonio infantil, pp.2,4).

      ¿ Qué dicen los estudios sobre las  falsas denuncias?

        “...  Por otra parte, algunos investigadores reservan la designación “informes falsos” para aquellos casos donde hay un intento deliberado y malicioso de producir una denuncia falsa...”  Esta es la tendencia en nuestro país

       “...Aunque estos casos pueden designarse como informes falsos, estos no son los únicos.  Las falsas denuncias también ocurren como el resultado tanto de procesos  de coacción intencionales como  no intencionales, por mal interpretación de los eventos, y técnicas de entrevistas deficientes .Como hemos demostrado más arriba, las interpretaciones sobre la prevalencia y sobre los datos cambian de acuerdo a como se defina la denuncia falsa.

       En uno de los más grandes y más citados estudios, se revisó la ubicación geográfica de 576 casos informados de abuso sexual en Denver durante un año. El 53 % de estos caos fueron clasificados como “con indicios”, el 23% fueron juzgados como “infundados”, y el 24% de los casos no contenían suficiente información como para hacer un juicio clínico claro.

      Posteriores análisis de los casos infundados revelaron que éstos podrían ser categorizados tanto como intentos deliberados / maliciosos de hacer una falsa acusación ( 6% de los casos) o informes realizados de buena fe pero  que eran incorrectos ( 17% de todos los casos).

      Basándose en estos datos, algunos concluyeron que solo una muy pequeña proporción de informes eran falsos ( 6%). Esta figura del 6% ha sido repetidamente ofrecida en la corte por los peritos. Tengan en consideración el siguiente testimonio dado por un psicólogo clínico que evaluó la credibilidad de un niño de 9 años. :

     Abogado: Qué le dicta su experiencia general en esta área?

      Psicólogo: Mi experiencia general es que los niños no hacen tales historias de (de sexo anal) y los investigadores dicen que solo en el 5% de los casos las denuncias no son verdaderas. ( El Estado Vs. Geyman,1986,p.476)

      Sin embargo esta es una deformación de los datos porque el porcentaje de informes falsos es del 23%. El 6%  corresponde a  mentiras deliberadas, pero el restante 17% están entre aquellas mentiras que pueden ser en realidad  honestos errores. Y estos errores pueden causar mucho daño.

      Otros estudios han dado menores porcentajes de falsas denuncias. Basados en informes de trabajadores sociales, Everson y Boat ( 1989) estimaron que las falsas denuncias eran menos probables en los informes de las adolescentes ( el 8 % fueron consideradas falsas) en comparación de las denuncias que comprendían a niños de menos de seis años. ( solo el 2% de estos informes fueron considerados como falsos)

      Pero  de acuerdo a los criterios que fueron utilizados para clasificar como falsos los informes, nosotros sentimos que estos porcentajes pueden haber sido infravalorados. Aunque nosotros no hemos tenido acceso a los datos originales, parece  que los “falsos informes” fueron aquellos que fueron juzgados como “mentiras intencionales y deliberadas”.

       Estos porcentajes pueden no haber incluido aquellos casos que fueron al inicio considerados como  probados pero que después de posteriores investigaciones se encontró que eran el resultado de una astuta coacción de los adultos o de otras técnicas de entrevistas incorrectas, lo cual podría elevar considerablemente el porcentaje de falsas denuncias...” ( Ob.cit.pp.31)

       Yendo al aspecto que más nos interesa;  el grupo en el cual surge un mayor número de denuncias erróneas, es  decir, las denuncias en el contexto de los litigios por Régimen de visitas y tenencia, las investigaciones  reseñan:

        “... Muchos de los estudios de falsas denuncias se han enfocado en los casos de  custodias disputadas, las cuales generan dos temas relacionados. Primero,  ¿los porcentajes de  denuncias de abuso sexual son elevados en las familias implicadas en litigios por tenencia?  La respuesta parece ser sí. Thoenes y Tjaden ( 1990) contó el número de denuncias de abuso sexual en un amplio grupo de familias involucradas en disputas por visita y tenencia. En las 9.000 familias involucradas en tales disputas, existían 209 denuncias de abuso sexual. Los autores sacaron la conclusión de que el porcentaje de denuncia de este grupo era seis veces mayor que lo observado en el Estudio de Incidencia Nacional ( Centro Nacional de Abuso y Negligencia Infantil, 1988).

        El segundo tema relacionado a los casos de  tenencias es si los porcentajes de denuncias falsas son desproporcionadamente altas. Algunos argumentan que los elevados  porcentajes de abuso denunciado en las familias divorciadas, reflejan altos porcentajes de falsas denuncias que son consecuencia del estrés del divorcio y de los litigios por custodia...” (...)

       “.... Benedeck y Schetky ( 1985) estudiaron a 18 niños derivados por abuso sexual en litigios por tenencia y visita. Después de evaluados, 10 de los 18 casos fueron encontrados infundados. Los casos infundados fueron situaciones en las cuales el adulto es quien hace la denuncia y no hay revelación por parte del niño o que había deliberadamente coaccionado al niño. En base a su revisión de casos clínicos involucrando denuncias de abuso sexual, Paradise, Rostain y Nathanson ( 1988) concluyó que eran más las falsas denuncias entre los niños involucrados en  disputas por tenencia que lo nos implicados en tales litigios (5% de los informes de estos niños no fueron comprobados)

      Dos estudios recientes han incluido grupos de estudio mayores y los autores de ambos han coincidido...”

      Los estudios de Thoennes  en cinco servicios diferentes revelaron un consenso general  de que las denuncias de abuso sexual durante litigios de tenencia o de visitas ocurrían en "un pequeño pero creciente número de casos”  (Thoennes & Pearson, 1988a). Estimando que las acusaciones se presentaban en el  2%  con un rango de ocurrencia entre diferentes cortes estatales que oscilaron entre el 1% al 8%). En ese momento, había aproximadamente un  millón de casos de  divorcio por año. El  55% o sea 550,000 casos incluían a niños  menores. El 15%  de estos casos (82,500) terminaron en la corte debido a disputas por tenencia o por visitas. Por lo tanto, si trasladamos ese  2% encontramos que habían cerca de  1,650 casos de  denuncia de abuso sexual anuales en el contexto de los litigios..

        En USA la frecuencia actual pude ser mayor  que la que Thoemes estimó. Guyer y Ash (1986) notaron un marcado aumento en el número de denuncias de abuso sexual en el contexto de los litigios por tenencia o por régimen de visita: el 33% de 400  evaluaciones ordenadas por la corte en los últimos 5 años. Los mismos abogados destacaron que estaban manejando más casos (Fisk, 1989; Kaser-Boyd, 1988). Ekman (1989)  y los informes de algunos jueces sobre abuso sexual, se presentaban en el 10% o más de todas las disputas por tenencia. Raskin en sus estudios sobre el polígrafo, informó que después de  1974  sus exámenes del testimonio de  acusados de abuso habían aumentado en su testeo de veracidad ( o de inocencia) desde el  50% en el período 1974-82 al 79% de veracidad en los años 1983-87. La mayoría de los testimonios veraces ocurrían en las disputas por tenencia o por régimen de visitas (Raskin & Yuille, 1989).

        Hay desacuerdo sobre la proporción de denuncias erróneas. Sus porcentajes van del 20% al 80%. Thoennes informó que en el 33% de los casos de su servicio no había ocurrido el abuso. Fue considerado probable en el 50%, y, en el 17% no se pudo hacer ninguna determinación (Thoennes & Pearson 1 988a, 1 988b; Thoennes & Tjaden, 1990). Sin embargo, el estudio tiene una seria limitación: el criterio de  determinación fué la opinión de los evaluadores  y no la decisión del sistema de justicia.

        En casi   500 casos de supuestos abusos sexuales donde trabajaron Wakefield, H., & Underwager en el período 1990- 1996, el 40% fueron  litigios por custodia y por visitas. En las tres cuartas partes no se hallaron indicios de abuso. Es decir, los cargos fueron retirados, nunca  aceptados en la corte o fueron desestimados por la Justicia.

        Dwyer (1986) encontró estadísticas similares, el 77% de las denuncias de abuso en el contexto del Programa de Sexualidad Humana de la Universidad de Harvard, se habían considerado erróneas. Esta conclusión se basó en la opinión del staff de que las denuncias no eran confiables.

        Estos números deben ser manejados prudentemente y no debe llevarnos a la conclusión de que toda denuncia en el contexto de un litigio por tenencia o por visitas debe ser considerada falsa. Pero  muestran que hay un número desproporcionadamente alto de denuncias erróneas.

       Los Protocolos de evaluación expedidos por la ACADEMIA AMERICANA DE PSIQUIATRIA INFANTIL Y ADOLESCENCIA, los de evaluación para casos de litigios por tenencia y régimen de visitas y otros consideran explícitamente el tema de las denuncias de abuso sexual erróneas en el contexto de un litigio por tenencia y por régimen de visitas.

       Si en USA los autores empiezan a notar el impacto de las primeras denuncias erróneas en el contexto de los litigios por divorcio en 1981 ( Blush & Ross,1990) .En nuestro país, el fenómeno es más reciente y data del año 1993 e irrumpen, igual que en el país del Norte en el contexto de los divorcios conflictivos, los litigios por mayor tiempo de crianza compartida por parte del padre que no ejerce la tenencia y en los litigios por tenencia.

       Pero la experiencia del país del Norte parece no haber sido comprendida por los profesionales de nuestra nación, que en su mayoría, por una parte,  adhieren a los cuestionables estudios de Faller sobre las denuncias en el contexto de los litigios por divorcio que establece que la proporción de denuncias falsas o erróneas es bajo. Y por la otra, están en un franco desconocimiento de otros estudios específicos sobre la gran proporción de falsas denuncias o denuncias erróneas y sus mecanismos.

        El estudio de Faller (1990a) se basó en su experiencia clínica con 196 padres biológicos, padres no custodios y padrastros. Los padres no custodios habían sido acusados de abuso sexual durante las visitas, luego de la separación. El  mayor defecto del  estudio de Faller  se relaciona a los criterios que utilizó para determinar cuales denuncias eran verdaderas y cuales no lo eran.

Uno de los criterios de confirmación válidos para determinar la veracidad de un posible abuso es la confesión del supuesto ofensor.  En el estudio de Faller, aunque la mitad de los  padrastros y padres biológicos que vivían con sus hijos admitieron el abuso, solo el   20%  de los padres no custodios lo admitieron. Sin embargo esos casos se "validaron,"  y Faller  no consideró que en estos casos la denuncia de abuso pudiera ser errónea Tampoco explicitó qué considera como abuso “validado” . Es la opinión subjetiva del profesional que investiga? Es la corroboración del caso, mediante confirmación de una variable externa al investigador como la propia admisión del abusador? Es la simple sospecha del padre conviviente? Es la opinión personal de Faller, etc.?  Algunos abusos se validaron sobre la base de un criterio ( confesión ) y otros se validaron sobre la base de la ausencia del mismo criterio? . Cuando el único criterio de realidad del supuesto abuso es la opinión subjetiva del  profesional de la salud mental, no se pueden sostener criterios científicos ni establecer el posible margen de error (Levine & Battistoni, 1991). Por lo tanto es muy posible que un gran número de falsas denuncias pudieran estar presentes en el 80% de los casos en los cuales los padres no custodios no admitieron el abuso. Cualquier estudio que utilice estos dudosos criterios de validez debería ser analizado con suma prudencia  (Meehl, 1989).

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