Asociación de padres
Alejados de sus hijos
Cuando un padre "extirpa" al otro de la
vida de su hijo (*)
La separación de una pareja suele tener a los
hijos como víctimas. Puede llegar a la "padrectomía": sacar al otro de la vida del
niño. La
patóloga causa graves efectos psicológicos en
el menor.
Con frecuencia, el divorcio de los padres
termina privando a los hijos de la presencia,
atención y cariño de uno de los progenitores.
Las conductas propias de la patología pueden ser
advertidas por terceros. Privar a un chico de
uno de sus padres es violencia psicológica y
causa daño.
Con cierta frecuencia encontramos en la
práctica
pericial casos en los que se nos requiere que
evaluemos a un determinado progenitor a fin de
indicar si el mismo tiene la capacidad para
ejercer adecuadamente el rol paterno. En muchas
ocasiones esto se encuentra fundamentado en
requerimientos periciales del otro progenitor ya
que indica que el hijo en cuestión no quiere
verlo, porque en el pasado ha desarrollado su
paternidad (o maternidad) en forma dañina para
el menor, pasando desde un desentendimiento del
mismo hasta llegar en algunas ocasiones incluso
a los abusos sexuales.
Estas manifestaciones, si bien para muchos
pueden parecer terribles y por lo tanto debieran
ser sumamente esporádicas, son materia diaria de
los juicios de desvinculación afectiva en donde
existen hijos, y no resultarían casi materia
para ahondar de no ser por dos circunstancias
sumamente especiales: La primera que los menores
son tajantes en reafirmar ante los estrados
judiciales los dichos del progenitor
"denunciante" explayándose a veces con datos muy
concretos sobre las circunstancias en que esos
hechos ocurrieron. En segundo lugar, porque
objetivamente hablando esos hechos que mencionan
nunca ocurrieron...
Ante esta
situación, corresponde que se analice
que mecanismos se han puesto en juego para
producir que un menor efectúe esas
declaraciones, teniendo en cuenta que incluso
llegan a odiar a este progenitor.
En general se observa que la
disolución de una
relación afectiva conviviente implica
necesariamente un distanciamiento físico y
afectivo, debido a la imposibilidad pluricausal
de continuarla. En la generalidad de los casos,
esta separación es la salida "sana" a una
situación dañina para todos los actores
involucrados en este drama. Cuando de esa
relación afectiva han nacido hijos, estos se ven
involucrados en una dinámica polarizada y sin
posibilidades de elección.
Desafortunadamente en muchos casos, el divorcio
conyugal trae aparejado el divorcio parental, en
ocasiones por propia decisión de uno de los
progenitores, pero en muchas otras,
principalmente cuando los menores son muy
pequeños, uno de los padres -generalmente
la madre- asume
que los hijos son propiedad natural e
indiscutible de ella. Esto ocasiona una
"cosificación" de los niños y así este padre o
madre, desde este poder que da la propiedad,
consentir o no que el otro progenitor siga
siéndolo o pase a ser una mera visita de sus
hijos. En estos últimos casos comienza una
suerte de segregación, junto a una
desautorización de la imagen paterna que conduce
a la anulación del rol paterno. Se ahuyenta al
padre, se lo extirpa del rol, se lo elide
realmente del psiquismo de los hijos.
Siendo que
prácticamente la mayoría de los casos
en que esto ocurre se produce el alejamiento del
padre por un accionar de la madre, los modelos
explicativos que se han desarrollado parten
desde esta situación, y no debe tomarse como una
cuestión de género el que así sea, sino
simplemente una forma descriptiva generalizada,
que con muy pocas alteraciones puede ser
aplicada por igual para cualquiera de los
implicados en la situación (madre o padre).
El rol paternal
está definido en general como
"aquella figura que en su constante intercambio
con el niño -en
un espacio y tiempo determinado- elige
construir junto a su hijo lazos afectivos
duraderos en ambas direcciones (padre-hijo,
hijo-padre)
y es escogido y reconocido por el menor como una
figura parental significativa en base al apego
emocional desarrollado y no necesariamente por
ser el progenitor".
Este rol es funcional y
dinámico, y tal como se
describe en la definición, necesariamente es co-construido,
principalmente por las dos partes
(progenitor/hijo), pero para ello necesariamente
debe contarse con la anuencia y sostén del otro
ascendiente, ya que en caso contrario la
posibilidad de establecimiento del vínculo y
consecuente ejercicio del rol, resultará
prácticamente imposible.
Se observa que en los casos en que existe un
entorpecimiento marcado en el ejercicio del
vínculo paterno, se llega incluso a una
"padrectomía", en los términos establecidos por
Robert Fay (Fay, R.E. "The disenfranchised
father". Advances in Pediatrics; E.U.; 1989),
que se define como "el alejamiento forzado del
padre, cese y extirpación del rol paterno y la
pérdida parcial o total de sus derechos ante los
hijos".
Esta circunstancia produce necesariamente serias
dificultades en el desarrollo psicológico de los
menores, en los que la figura paterna queda
desvalorizada o prácticamente anulada, y así se
produce la deformación de la personalidad del
niño que carece de los atributos paternos en el
proceso de su formación. Pecando de redundante,
reitero que este tipo de situación puede
producirse también sobre la figura materna, y
así se producirá entonces una "madrectomía".
�De qu� maneras puede llevarse a cabo esta
extirpación de la figura parental?
Hace ya casi dos décadas se comenzó� a utilizar
un modelo explicativo de lo que ocurría en estos
casos denominándose al comportamiento
evidenciado por estos menores Síndrome de
Alienación Parental (SAP). Sin entrar en debates
sobre la cientificidad del "síndrome" indicado -el
cual a�n no se encuentra descripto como tal en
los tratados de trastornos mentales (DSM-IV
o CIE 10), y sin que uno deba adherir a los
criterios de quien lo postulara (Gardner, R.A.
(1998). "The Parental Alienation Syndrome", 2d
Edition, Addendum I.)-,
resulta un modelo útil para entender el como en
ciertos casos las actitudes de un progenitor,
dentro de un determinado contexto, ocasionan
daños al vínculo del niño con el otro no
conviviente que llegan al extremo de elidir de
su psiquismo a �éste como un modelo de parental
válido.
Ya desde la Conferencia de Frankfurt sobre SAP
(2002), y con mayor �énfasis en los �últimos
congresos de la especialidad, se ha indicado que
este modelo explicativo encuentra cada vez más
aceptación en tribunales hispanoamericanos, y
as� considero que brindar información de cómo se
origina este tipo de conductas en los menores
involucrados en procesos de separación, puede
resultar beneficioso para que estos padres
alienados comprendan mejor que� es lo que ha
sucedido.
Dos breves definiciones del SAP
Gardner (1998) lo definío como "una
alteración
en la que el niño manifiesta desprecio y es
crítico hacia uno de sus padres, denigración que
esta injustificada y/o exagerada".
Una definición más técnica y operativa desde el
punto de vista forense corresponde a Conway
(1997), quien lo identifica como "una respuesta
de contexto familiar típica al divorcio, en la
cual el niño resulta alienado respecto de uno de
sus progenitores, y acosado con la denigración
exagerada y/o injustificada del otro
progenitor"
Como se puede observar, se trata de un proceso
que tiene como actores a tres personajes: El
progenitor alienador (que lleva a cabo el
proceso de adoctrinamiento con el menor); el
progenitor alienado (que se irá tornando cada
vez más extraño y odiado para el menor), y el
menor víctima (ya que en definitiva será quien
padezca tarde o temprano las consecuencias
psíquicas de este proceso).
Este accionar se encuentra ubicado
principalmente dentro de un contexto de
desvinculación marital sumamente difícil, que
ocasiona un proceso de disolución familiar
traumático, principalmente para los hijos.
Este proceso no sólo ocasiona un alejamiento
activo del niño respecto del progenitor
cuestionado, sino también es la base de casi el
80% de las falsas denuncias de maltrato y/o
abuso sexual en procesos de disolución del
vínculo marital. (El 20% restante de las falsas
denuncias son casos en que el denunciante
efectivamente está convencido de que ha existido
esa situación, es decir que no realiza la
denuncia sabiendo que la misma es falaz con el
objetivo expreso de perjudicar el desempeño del
rol parental del otro progenitor, sino que lo
hace para preservar la menor de una situación
perjudicial).
Conductas en los hijos
Si bien no existe una sintomatología especifica
en los menores que atraviesan este tipo de
situación (siendo ello la razón principal por la
cual no se ha reconocido aún como categoría
diagnostica este "síndrome"), se pueden
encontrar ciertas conductas que presentan la
mayoría de los niños afectados, aunque debe
descartarse previamente que la situación de
maltrato o abuso que se alegara primeramente sea
realmente falsa. Estas conductas anímalas son
las siguientes:
" Campaña de denigración contra el progenitor
objeto, en la que el niño contribuye
activamente
" Las razones alegadas para justificar el
desacreditar al progenitor objeto son a menudo
débiles, frívolas o absurdas
" La animadversión hacia el progenitor rechazado
carece de la ambivalencia normal en las
relaciones humanas. Es decir que existe sólo una
carga de odio en el menor, faltando la amorosa
esperable en cualquier tipo de relación
hijo/progenitor
" El niño afirma que la decisión de rechazar al
progenitor objeto es exclusivamente propia.
" El niño apoya reflexivamente al progenitor con
cuya causa está� alineado, en ocasiones con
sobre - adaptación al medio alienante.
" Ausencia de culpabilidad e imposibilidad de
rescate de recuerdos de situaciones positivas
afectivamente con el progenitor odiado
" Se evidencian escenarios prestados, es decir
que el niño hace referencia a situaciones en las
que él no ha estado o no ha sido victima
" Generalización a la familia extendida, incluso
cuando la misma no reside en la zona o solamente
es vista en forma sumamente esporádica.
Conductas de los padres
Por su parte entre las conductas de los
progenitores alienantes suelen encontrarse las
siguientes:
" Rehusar pasar las llamadas telefónicas a los
hijos.
" Organizar varias actividades con los hijos
durante el período que el otro progenitor debe
normalmente ejercer su derecho de visita.
" Presentar al nuevo cónyuge a los hijos como su
nueva madre o su nuevo padre.
" Interceptar el correo y los paquetes mandados
a los hijos.
" Desvalorizar e insultar al otro progenitor
delante los hijos
" Rehusar informar al otro progenitor a
propósito de las actividades en las cuales están
implicados los hijos.
" Hablar de manera desvalorizante o insultante
del nuevo cónyuge del otro progenitor.
" Impedir al otro progenitor el ejercer su
derecho de visita
" "Olvidarse" de avisar al otro progenitor de
citas importantes
" Tomar decisiones importantes a propósito de
los hijos sin consultar al otro progenitor.
" Cambiar (o intentar de cambiar) sus apellidos
o sus nombres.
" Impedir al otro progenitor el acceso a los
expedientes escolares y médicos de los hijos.
" Irse de vacaciones sin los hijos y dejarlos
con otra persona, aunque el otro progenitor está
disponible y voluntario para ocuparse de ellos.
" Amenazar con castigo a los hijos si se atreven
a llamarle, escribirle o contactar con el otro
progenitor.
" Reprochar al otro progenitor el mal
comportamiento de los hijos
Debe tenerse en cuenta que estas �últimas
conductas indicadas son racionales, y por lo
tanto en muy pocas ocasiones se encuentra en el
progenitor alienante algún tipo de
psicopatología. En los casos en que esto ocurre
suele encontrarse un trastorno de la
personalidad en este progenitor y, por lo
general, resulta refractario a los diversos
tratamientos que se plantean, por lo que la
medida judicial resulta ser la �nica alternativa
posible para el reestructuramiento del vínculo
del niño con el progenitor odiado.
Los efectos
Que consecuencias trae aparejada estas
conductas alienantes sobre el menor?
La m�s importantes es la distorsión de los roles
paternos-maternales
que casi con seguridad implicar� un desempeño
anímalo a futuro también por su parte. Esto se
debe a que el modelo principal de estos menores
ser� el del progenitor patológico, mal adaptado
y disfuncional.
Otra consecuencia importante es que al ser
"adoctrinado" sistemáticamente, se producen
alteraciones significativas de los recuerdos
reales de la forma en que se producía el vínculo
con el progenitor odiado. Se ha observado en
casos severos que se llega incluso a la
eliminación de todos los recuerdos positivos, y
as� la tarea de revinculación es prácticamente
imposible.
En ocasiones se encuentran procesos depresivos
importantes en los niños, dificultades de
adaptación a medios socializados, trastornos de
identidad, etc. Estos trastornos incluso se han
detectado en la adultez, cuando logran
resignificar el tipo de vínculos que han llevado
adelante con el progenitor alienante actuando
como "cómplices", produciéndose entonces
sentimientos de culpabilidad muy grandes, que
puede producir comportamientos hostiles y
conductas auto - agresivas llegando incluso al
suicidio.
Las diversas alternativas que se han llevado a
cabo a nivel mundial cuando se ha logrado
acreditar este tipo de situaciones (tanto a
través de pericias psicológicas -principalmente
de los menores-,
seguimientos psicosociales del grupo familiar -tanto
el conviviente con el menor, como los ampliados-;
informes psicopedagógicos, etc), ha sido
intentar restablecer el vínculo parental
deteriorado, mediante visitas supervisadas y en
lugares "neutrales", en donde el menor pueda ir
de a poco retomando y reconstruyendo el lazo
afectivo con su padre/madre alienado.
En muchas ocasiones esta alternativa es
boicoteada por el progenitor alienante,
generalmente cuando el grado de interferencia es
severo, y en estas ocasiones deben
instrumentarse medidas más drásticas. Algunas de
ellas han sido directamente establecer que la
tenencia sea ejercida por el padre alienado, por
considerarlo el mejor progenitor desde un punto
de vista psicológico. Este concepto se basa en
que no sólo se deben cubrir las necesidades
básicas del menor que se indican el Código Civil
(alimentos, vivienda, cobertura de salud,
vestimenta y entretenimiento), sino también
mantener y sostener el vínculo parental del
menor con el progenitor no conviviente y su
familia ampliada. En este tipo de casos, se ha
debido integrar al menor en una familia
sustituta durante un cierto tiempo a fin de
instrumentar psicoterapias con el fin de
permitir la revinculación gradual del padre
odiado, otorgándosele al progenitor alienante un
régimen de visitas supervisado.
Cuando este tipo de métodos no da resultado, ya
las posibilidades se restringen prácticamente a
una sola alternativa: pérdida de patria potestad
del progenitor alienante, inserción del menor en
una familia sustituta, psicoterapia para el
restablecimiento del vínculo, y esperar que ello
d� resultado, ya que lamentablemente en estos
casos el grado de deterioro que se ha producido
en el menor es prácticamente irreversible y el
restablecimiento del vínculo se torna casi
imposible.
�Es posible evitar estas situaciones tan
complejas y dañinas? Sí. Se debe siempre
recordar en las desvinculaciones maritales que
el niño requiere de ambos roles parentales y si
los padres biológicos están dispuestos a
ejercerlos responsablemente, eso es lo más sano
para el menor. Obrar desconociendo esto,
trasforma el niño en una cosa propiedad de uno
de los padres, el que ejerce su poder entregando
o restringiendo el acceso al mismo al otro
progenitor. Cuando esto se detecta, y tal como
ocurre en cualquier otra situación clínica, la
intervención temprana es la mejor alternativa,
toda vez que la cronificación de este tipo de
conductas puede traer aparejadas a largo plazo
serias consecuencias psicológicas, muchas veces
irreversibles.
SERGIO A. BLANES C�CERES
Psicólogo, máster internacional en Psicología
Forense, psicólogo forense del Cuerpo Médico
Forense Cipolletti, profesor adjunto de la
cátedra de Psicología Legal y Forense (UFLO Sede
Comahue).
Fuente: Rio Negro On Line
APADESHI