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Creando Falsos Recuerdos

Por  Dra. Elizabeth F. Loftus

La memoria puede ser traicionera, no sólo porque es muy fácil olvidar, sino porque la mente puede confundir escenas imaginadas con la realidad. En casos de primera plana, algunas personas han jurado recordar eventos traumáticos -incluyendo abuso infantil y abducciones extraterrestres- que nunca ocurrieron. Esta investigadora describe cómo se pueden implantar falsos recuerdos por medio de sugerencias deliberadas o intencionales.

(Los investigadores actualmente están mostrando cómo se puede usar la sugestión y la imaginación para crear "recuerdos" de eventos que realmente no ocurrieron.)


 
En 1986 Nadean Cool, una ayudante de enfermera en Wisconsin buscó terapia de un siquiatra para ayudarla a copar con su reacción a un evento traumático experimentado por su hija. Durante la terapia, el psiquiatra usó hipnosis y otras técnicas de sugestión para escarbar recuerdos enterrados de abuso que supuestamente la misma Cool había experimentado. En el proceso, Cool llegó a convencerse de que tenía recuerdos represados de haber estado en un culto satánico, de comer bebés, de ser violada, de haber tenido sexo con animales y de haber sido forzada a presenciar el asesinato de su antiguo amigo de ocho años de edad. Llegó a creer que tenía más de 120 personalidades - niños, adultos, ángeles e incluso un duck-all porque, según se le dijo a Cool, había experimentado abuso físico y sexual severo en su infancia. El psiquiatra también le realizó exorcismos, uno de los cuales duró cerca de 5 horas e incluyó el rociar de agua bendita y los gritos a Satanás para que dejara el cuerpo de Cool.

Cuando finalmente Cool se dió cuenta de que le habían implantado recuerdos falsos, demandó al psiquiatra por mala práctica. En marzo de 1997, después de 5 semanas de juicio, el caso a su favor fué fijado en una suma de $2.4 millones de dólares.

Nadean Cool no es el único paciente en desarrollar falsos recuerdos como resultado de una terapia cuestionable. En Missouri, un consejero de la iglesia ayudó a Beth Rutherford a recordar durante la terapia que su padre, un ministro, la había violado regularmente entre las edades de 7 y 14 y que su madre algunas veces lo ayudaba sosteniéndola. Bajo la guía de su terapeuta, Rutherford desarrolló recuerdos de que su padre la había embarazado dos veces y que la había forzado a abortar su feto, a ella misma, usando un gancho para colgar abrigos. El patre tuvo que renunciar a su puesto como ministro cuando las acusaciones se hicieron públicas. No obstante, un examen médico posterior de su hija reveló que ella aún era virgen a los 22 años, y que nunca había estado embarazada. La hija demandó al terapeuta y recibió una indemnización de $1 millon de dólares en 1996.

Cerca de un año antes, dos jurados emitieron veredictos en contra de un psiquiatra de Minessota acusado de implantar falsos recuerdos por parte dos expacientes, Vynnette Hammane y Elizabeth Carlson, quienes, bajo hipnosis y amital sódico, y después de haberles sido suministrada información errónea acerca del funcionamiento de la memoria, terminaron recordando horroríficos abusos por parte de miembros de sus familias. Los jurados otorgaron a Hammane $2.67 millones y a Carlson $2.5 millones por sus ordalías.

En los cuatro casos, las mujeres desarrollaron recuerdos del abuso infantil durante la terapia y posteriormente negaron su autenticidad. ¿Cómo podemos determinar si los recuerdos de abuso infantil son verdaderos o falsos? Sin corroboración, es muy difícil diferenciar entre recuerdos falsos y verdaderos. También, en estos casos, algunos recuerdos son contrarios a la evidencia física, como los recuerdos detallados y explícitos de violación y aborto cuando el examen médico confirma la virginidad. ¿Cómo es posible que la gente adquiera recuerdos falsos, elaborados y "confiables"? Un número creciente de investigaciones demuestran que bajo las circunstancias correctas se pueden instilar falsos recuerdos de forma más bien fácil en algunas personas.

Mi propia investigación en la distorsión de la memoria se remonta al inicio de la década de los años 70, cuando comencé estudios sobre el "efecto de mala información". Estos estudios mostraron que cuando los testigos de un evento se exponen posteriormente a información nueva y tergiversada acerca de éste, sus recuentos a menudo se distorsionan. En un ejemplo, los participantes veían un accidente simulado de automóviles en una intersección con un signo de pare. Después de la proyección, la mitad de los participantes recibieron una sugerencia de que el signo de tráfico era un "siga". Cuando posteriormente se les preguntó acerca de cuál signo de tráfico recordaban que hubiera en la intersección, aquéllos que habían recibido la sugerencia tendían a afirmar que habían visto un signo de "siga". Aquéllos que no habían recibido la información errónea fueron mucho más precisos en su recuerdo del signo de tráfico.

Ahora mis estudiantes y yo hemos conducido más de 200 experimentos que involucran a más de 20.000 individuos que documentan cómo la exposición a información equivocada induce una distorsión en la memoria. En estos estudios, la gente "recordaba" un enorme granero en una escena bucólica que no contenía ningún edificio, vidrios rotos y grabadoras que no estaban en las escenas que habían visto, un vehículo blanco en vez de uno azul en una escena de un crimen, una ratoncita Minnie cuando realmente vieron a Mickey Mouse. Tomados en conjunto, estos estudios muestran que la información falsa puede cambiar los recuentos de un individuo en formas predecibles y a menudo muy poderosas.

La información errónea tiene el potencial de invadir nuestros recuerdos cuando hablamos a otras personas, cuando somos interrogados en forma sugerente, o cuando leemos o vemos cubrimientos noticiosos acerca de algún evento que hayamos experimentado nosotros mismos. Después de más de dos décadas explorando el poder de la información errónea, los investigadores han aprendido bastante acerca de las condiciones que hacen que la gente sea susceptible a la modificacion de la memoria. Los recuerdos se modifican más fácilmente, por ejemplo, cuando el paso del tiempo permite que el recuerdo original se desvanezca.

Recuerdos Falsos de Infancia.

Una cosa es cambiar un detalle o dos en un recuerdo en otras circunstancias intacto, y otra muy distinta implantar un recuerdo falso de un evento que nunca ocurrió. Para estudiar los recuerdos falsos, mis estudiantes y yo primero teníamos que encontrar una forma de implantar un pseudorrecuerdo que no causara un estrés emocional indebido en nuestros sujetos, ya fuera en el proceso de crear el falso recuerdo o cuando reveláramos que ellos habían sido engañados intencionalmente. Aún así, deseábamos intentar implantar un recuerdo que fuera por lo menos medianamente traumático, si la experiencia hubiera ocurrido realmente.

Mi asociada en la investigación, Jacqueline E. Pickrell, y yo decidimos tratar de implantar un recuerdo específico de haber estado perdido en un centro comercial o en una almacén de cadena grande en una edad cercana a los 5 años. Así es como lo hicimos. Le pedimos a nuestros sujetos, 24 individuos que tenían una edad entre 18 y 53, que trataran de recordar eventos de infancia que habían sido relatados por sus padres, hermanos mayores u otros parientes cercanos. Preparamos una cartilla para cada participante, la cual contenía historias de un párrafo acerca de tres eventos que realmente les habían pasado y uno que no. Construímos el evento falso usando información acerca de un viaje de compras plausible, provisto por un pariente, que también verificaba que el participante realmente no había estado perdido alrededor de los cinco años.  El escenario de extravío en el mall incluía los siguientes elementos: pérdida por un período de cierta duración, llanto, ayuda y confort por parte de una anciana y finalmente, reunión con la familia.

Después de leer cada historia de la cartilla, los participantes escribieron lo que recordaban acerca del evento. Si no lo recordaban, tenían que escribir "no recuerdo esto". En dos entrevistas subsecuentes, le dijimos a los participantes que estábamos interesados en examinar cuánto detalle podían recordar, y cómo eran sus recuerdos comparados con el de su pariente. Los eventos de los párrafos no se les leían literalmente, sino que se les daban porciones como pistas para recordar. Los participantes recordaban alrededor de 49 entre 72 eventos verdaderos (68%) inmediatamente después de la lectura inicial y también en cada una de las dos entrevistas subsecuentes. Después de leer la cartilla, 7 de los 24 participantes (29%) recordó, ya fuera parcialmente o totalmente el evento falso construído para ellos, y en las dos entrevistas subsiguientes, seis participantes (25%) continuaron afirmando que recordaban el evento ficticio. Estadísticamente, hubo algunas diferencias entre los recuerdos verdaderos y los falsos: los participantes usaban más palabras para describir los recuerdos verdaderos y calificaron a los recuerdos verdaderos como más claros. Pero si un asistente fuera a observar a muchos de nuestros participantes mientras describían un evento, hubiera sido difícil de hecho el diferenciar cuando el recuento fué de un recuerdo verdadero o de uno falso.

Por supuesto el perderse, aunque es aterrador, no es lo mismo que ser abusado. Pero el estudio de la pérdida en el mall no es acerca de experiencias reales de estar perdido; es acerca de implantar recuerdos falsos sobre estar perdido. El paradigma muestra una forma de instilar recuerdos falsos, y da un paso en la dirección necesaria para permitirnos entender cómo puede suceder esto bajo condiciones del mundo real. Más aún, el estudio provee evidencia de que la gente puede ser conducida a recordar su pasado de formas distintas, e incluso pueden ser coaxionadas para que también "recuerden" eventos completos que nunca sucedieron.

Estudios realizados en otros laboratorios usando un procedimiento experimental similar han producido efectos similares. Por ejemplo, Ira Hyman, Troy H. Husband y F. James Billings, de la Western Washington University le pidieron a estudiantes de universidad que recordaran experiencias de infancia que habían sido narradas por sus padres. Los investigadores le dijeron a los estudiantes que el estudio era acerca de cómo la gente recordaba experiencias compartidas de forma distinta. Adicionalmente a los eventos reales reportados por los padres, a cada participante se le dió un evento falso - ya fuera una hospitalización de madrugada por una fiebre alta y una posible infección de oído, o una fiesta de cumpleaños con pizza y un payaso - que supuestamente habían ocurrido a la edad de cinco años. Los padres confirmaron que ninguno de estos eventos realmente tuvo lugar.

Hyman encontró que los estudiantes recordaron total o parcialmente el 84% de los eventos reales en la primera entrevista y 88% en la segunda entrevista. Ninguno de los participantes recordaron el evento falso durante la primera entrevista, pero el 20% dijoque recordaban algo acerca del evento falso en la segunda entrevista. Un participante que había sido expuesto al evento de la hospitalización de emergencia recordó posteriormente un doctor, una enfermera y un amigo de la iglesia que había ido de visita al hospital.

En otro estudio, junto con los eventos reales, Hyman presento eventos falsos diferentes, como derramar accidentalmente una fuente con ponche sobre los padres de la novia en una recepción de boda o tener que evacuar una supermercado cuando los sistemas de apagado de incendio se activaron erróneamente. De nuevo, ninguno de los participantes recordaron el evento falso durante la primera entrevista, pero 18% recordaron algo acerca de ella en la segunda entrevista y 25% en la tercera entrevista. Por ejemplo, durante la primera entrevista, cuando se le preguntó acerca del evento ficticio de la boda a un participante, éste afirmó  "no tengo idea. Nunca había escuchado eso antes". En la segunda entrevista el participante dijo "fué una boda al aire libre y pienso que estábamos correteando y golpeamos algo como una fuente de ponche o algo y um hicimos un daño grave y por supuesto nos gritaron por esto."

Inflación de la Imaginación

El descubrimiento de que una sugerencia externa pueda conducir a la construcción de falsos recuerdos de infancia nos ayuda a entender el proceso por el cual surgen los falsos recuerdos. Es natural cuestionarse si esta investigación es aplicable en situaciones reales como el ser interrogado por oficiales de ley o en una psicoterapia. Aunque en la terapia o en los interrogatorios policiales no ocurren rutinariamente las sugestiones fuertes, a veces aparece la sugestión en forma de un ejercicio de imaginación. Por ejemplo, cuando tratan de obtener una confesión, los oficiales de la ley pueden pedirle a un sospechoso que se imaginara habiendo participado en un acto criminal. Algunos profesionales de la salud mental recomiendan a los pacientes que imaginen eventos de infancia como una forma de recuperar supuestos recuerdos ocultos.

Recuentos de psicólogos clínicos revelan que 11% instruyen a sus clientes para que "dejen correr desbocadamente la imaginación"  y un 22% le dicen a sus clientes que "le den reinado absoluto a la imaginación". La terapeuta Wendy Maltz, autora de un libro popular acerca de abuso sexual infantil, aboga diciéndole al paciente: "Pase tiempo imaginando que Ud. fué abusado sexualmente, sin preocuparse acerca de la precición, o de probar nada, o de hacer que sus ideas tengan sentido... pregúntese a sí mismo... estas preguntas: ¿Qué hora del día es? ¿Dónde está? ¿Bajo techo o al aire libre? ¿Qué clase de cosas están sucediendo? ¿Hay una, o más personas con Ud?" Maltz recomienda posteriormente que el terapeuta continúe preguntando cosas como "¿Probablemente quiénes fueron los que lo perpetraron? ¿Cuándo fué más vulnerable al abuso sexual en su vida?"

El uso creciente de tales ejercicios de imaginación me llevaron a varios colegas y a mí a preguntarnos acerca de sus consecuencias. ¿Qué pasa cuando la gente imagina eventos de infancia que no les ocurrieron? ¿Imaginarse un evento de infancia incrementa la confianza en que haya ocurrido? Para explorar esto, diseñamos un procedimiento de tres etapas. Primero le pedimos a los individuos que indicaran la probabilidad de que ciertos eventos les hubieran ocurrido durante su infancia. La lista contenía 40 eventos, cada uno clasificado en una escala desde "definitivamente no ocurrió" hasta "definitivamente ocurrió". Dos semanas después, le pedimos a los participantes que imaginaran que habían experimentado algunos de estos eventos. A distintos sujetos se les pidió que imaginaran distintos eventos. Algún tiempo después se les pidió de nuevo a los participantes que respondieran a la lista original de 40 eventos de infancia, indicando qué tan probable era que estos eventos realmente les hubieran ocurrido.

Considere uno de los ejercicios de imaginación. Se les dice a los participantes que se imaginen jugando dentro de casa, después de la escuela, que escuchan un ruido extraño en el exterior, que corren a la ventana, que se tropiezan, se caen, que se tratan de agarrar y que rompen la ventana con su mano. Adicionalmente, le preguntamos a los participantes cosas como: "¿En qué se tropezó?" "¿Cómo se sintió?"

En un estudio, 24% de los participantes que imaginaron el escenario de la ventana rota, reportaron posteriormente un incremento en la confianza de que el evento había ocurrido, mientras que sólo 12% de los que no se les pidió que imaginaran el evento, reportaron un incremento en la probabilidad de que el evento hubiera ocurrido. Encontramos este efecto de "inflación de la imaginación" en cada uno de los 8 eventos que se les pidió a los participantes que imaginaran. Vienen a la mente varias explicaciones posibles. Una obvia es que un acto de imaginación simplemente hace que el evento parezca más familiar y que la familiaridad se relaciona equivocadamente con los recuerdos de infancia más que al acto de imaginación. Tal fuente de confusión - cuando una persona no recuerda la fuente de la información - puede ser especialmente aguda para eventos distantes de la infancia.

Estudios realizaros por Lyn Goff y Henry L. Roedinger III de la Washington University acerca de experiencias recientes en vez de las experiencias de infancia, conectaron de forma más directa las acciones imaginadas con la construcción de falsos recuerdos. Durante la sesión inicial, los investigadores instruyeron a los participantes para que ejecutaran la acción establecida, que se imaginaran haciéndola, o que sólo escucharan la afirmación y no hicieran nada más. Las acciones eran cosas simples como golpear una mesa, levantar una grapadora, romper un palillo de dientes, cruzar los dedos, entornar los ojos. Durante una segunda sesión, se les pidió a los participantes que imaginaran algunas de las acciones que no habían ejecutado previamente. Durante la sesión final, respondieron preguntas acerca de qué acciones realmente habían ejecutado durante la sesión inicial. Los investigadores encontraron que mientras más veces imagianaban los participantes una acción no ejecutada, más probablemente iban a recordar como si la hubieran hecho.

Recuerdos imposibles.

Es altamente improbable que un adulto pueda recordar memorias episódicas genuinas del primer año de vida, en parte porque el hipocampo, que juega un papel clave en la creación de recuerdos, no ha madurado lo suficiente como para formar y almacenar recuerdos de larga duración que puedan ser recuperados en eventos de la adultez. Se ha desarrollado un procedimiento, por parte del finado Nicholas Spanos y sus colaboradores de la Carleton University, para implantar recuerdos "imposibles" acerca de experiencias que ocurrieron poco después del nacimiento.

Se hace creer a los individuos que tienen movimientos oculares y habilidades de exploración visual bien coordinados probablemente porque nacieron en hospitales que colgaban móviles coloridos sobre las cunas de los infantes. Para confirmar si habían tenido tal experiencia, la mitad de los participantes fueron hipnotizados, se les hizo una regresión al día posterior al nacimiento y se les preguntaba que recordaban. La otra mitad del grupo participaron en un proceso de "reestructuración mnemotécnica guiada" que también usa regresión de edad, así como recomendación activa para que se recreen las experiencias de infancia imaginándolas.

Spanos y sus colaboradores encontraron que la vasta mayoría de sus sujetos fueron susceptibles a estos procedimientos de implantación de recuerdos. Tanto los participantes hipnotizados como los guiados reportaron recuerdos de infancia.

Sorprendentemente, el grupo guiado lo hizo en un nivel más alto (95% versus 70%). Ambos grupos recordaron el móvil coloreado a una rata relativamente alta (56% del grupo guiado y 46% de los sujetos hipnotizados). Muchos participantes que no recordaron el móvil, recordaron otras cosas, como doctores, enfermeras, luces brillantes, cunas y máscaras. También, en ambos grupos, de aquéllos que reportaron recuerdos de infancia, el 49% sintió que eran recuerdos reales, en oposición al 16% que afirmaron que eran simplemente fantasías. Estos hallazgos confirman los estudios anteriores auq muestran que muchos individuos pueden ser inducidos a construír recuerdos falsos vívidos, complejos y detallados por medio de un procedimiento simple. Claramente no es necesaria la hipnosis.

Cómo se forman los falsos recuerdos.

En el estudio de la pérdida en el mall, el implante de falsos recuerdos ocurrió cuando otro individuo, usualmente un miembro de la familia, afirmó que el evento sucedió. La corroboración de un evento por otra persona puede ser una técnica poderosa para instilar un recuerdo falso. De hecho, simplemente el afirmar haber visto una persona hacer algo puede conducir a una confesión falsa de haberlo hecho.

Esto se mostró en un estudio hecho por Saul M. Kassin y sus colegas en el Williams College, quienes investigaron las reacciones de individuos que eran falsamente acusados de dañar un computador por presionar una tecla equivocada. Los inocentes participantes inicialmente negaron el cargo, pero cuando una confabulada dijo que ella los había visto ejecutando la acción, muchos participantes firmaron una confesión, internalizaron la culpa por el hecho y terminaron fabulando detalles que eran consistentes con esa creencia.

Estos hallazgos muestran que una evidencia incriminante falsa puede inducir a la gente a aceptar la culpa por un crimen que no cometieron, e incluso a desarrollar recuerdos para respaldar sus sentimientos de culpa.

Los estudios de investigación están comenzando a darnos un entendimiento de cómo se crean en personas adultas recuerdos falsos de experiencias completas, emocionales y autoparticipatorias. Primero, hay exigencias sociales hacia los individuos para que recuerden; por ejemplo, los investigadores ejercen alguna presión en los participantes en un estudio, para que terminen recordando. Segundo, se puede fomentar explícitamente la construcción de recuerdos imaginando eventos cuando la gente tenga dificultad en recordar. Y, finalmente, se puede recomendar a los individuos que no piensen acerca de si sus construcciones son reales o no. Es más posible que ocurra la creación de falsos recuerdos cuando estos factores externos están presentes, ya sea que esto ocurra en un entorno experimental, en un entorno terapéutico, o en las actividades de la vida cotidiana.

Los falsos recuerdos se construyen combinando reduerdos reales con el contenido de las sugestiones recibidas de terceros. Durante el proceso, los individuos pueden olvidar la fuente de la información. Este es un ejemplo clásico de confusión de fuentes, en el cual el contenido y la fuente terminan disociadas.

Por supuesto, simplemente porque podamos implantar recuerdos falsos de infancia en algunos individuos no implica de ninguna manera que todos los recuerdos que surjan después de la sugestión sean necesariamente falsos. Dicho de otra forma, aunque el trabajo experimental sobre la creación de recuerdos falsos puede sembrar duda acerca de la validez de los recuerdos largamente olvidados, como un trauma repetido, de ninguna manera los refuta. Sin corroboración, poco es lo que puede hacer incluso el más experimentado evaluador, para diferenciar los recuerdos reales de los que se implantan por medio de sugestión.

Los mecanismos precisos por los cuales tales recuerdos falsos se construyen quedan en espera de investigaciones posteriores.  Aún tenemos mucho que aprender acerca del grado de confianza y de las caracteríesticas de los falsos recuerdos creados de estas formas y necesitamos descubrir qué tipos de individuoes son particularmente susceptibles a estas formas de sugestión y viceversa: quiénes son resistentes.

A medida que continuemos este trabajo, es importante recordar por precaución, la moraleja de los datos que hemos obtenido hasta ahora: los profesionales de la salud mental y otras personas deben estar conscientes acerca de cuánto pueden influir el recuerdo de eventos y de la gran necesidad de restringirse en situaciones en los cuales la imaginación se usa como una ayuda para recuperar recuerdos supuestamente perdidos.
 

La autora:
Elizabeth F. Loftus es profesora de psicología y profesora adjunta de leyes en University of Whashington. Recibió su Ph. D. en psicología de la Stanford University en 1970. Su investigación se ha enfocado en la memoria humana, testimonio de testigo ocular y procedimientos de salas de juicio.

Loftus ha publicado 18 libros y más de 250 artículos científicos y ha servido como testigo experto o consultora en cientos de casos, incluyendo el caso de abuso preescolar de mcMartin. Su libro Testimonio Ocular ganó un national media Award de la American Psychologicasl Foundation. Ha recibido doctorados honorarios de la Miami University, Leiden University y John Jay College of Criminal Justice. Recientemente, Loftus fue elegida presidenta de la American Psychological Society.

Lecturas posteriores:

The Myth of Repressed Memory. Elizabeth F. Loftus & Katherine
Ketcham. St. Martin's Press, 1994.

The Social Psychology of False Confessions: Compliance,
internalization, and confabulation, Saul M. Kassin and Katherine L.
Kiechel in Psychological Science, Vol. 7, No. 3, pagees 125-128;
May, 1996.

Imagination Inflation: Imagining a childhood event inflates confidence
that it occurred. Maryanne Garry, Charles G. Manning, Elizabeth F.
Loftus, Steven J. Sherman in Psychonomic Bulletin and Review, vol.
3, No. 2, pages 208-214; June 1996.

Remembering our past: Studies in autobiographical memory. Edited by
David C. Rubin. Cambridge University Press, 1996. 

Searching for Memory: The Brain, the Mind, and the Past. Daniel
L.Schacter. BasicBooks, 1996.

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