Asociación de Padres Alejados de sus hijos
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Conferencia en Universidad de Belgrano. Cátedra de Psicología Forense.
Julio 1999.
En Estados Unidos a partir de
1987 se tomó conciencia social sobre el tema del Impedimento y la Obstrucción
del vínculo padre no conviviente-hijo.
Pero, que en los casos de Divorcio
Destructivo, el padre que ejercía la tenencia manipulaba en forma consciente o
inconsciente al niño para causar el rechazo y obstruir la relación.
Se preguntó porqué el síntoma del
aparente rechazo surgía en los casos donde existía un impedidor. Lo analizó
en sus pequeños pacientes y descubrió que en todos los casos los niños eran
objeto de persuasión coercitiva o “lavado de cerebro”.
En Michigan, psicólogos que no
conocían el trabajo de Gardner, publicaron trabajos sobre un Síndrome en el
que el niño repetía todo lo que decía el padre impedidor sobre el otro,
adoptaba su terminología, se refería a situaciones que decía recordar pero
que no habían sucedido y que de haber sido reales no podría recordar por su
edad. Este Síndrome explicaba algunos casos de denuncias falsas de Abuso sexual
y los autores eran Blush y Ross.(1980). Lo llamaron SAID Syndrome.
Jacobs en Nueva York y Wallerstein en California informaron casos de lo que ellos llamaron el Síndrome de Medea. Citaron a Gardner, tal como lo haría luego Turkat en su Síndrome de la Denuncia Maliciosa. (1994).
Clawar y Rivlin realizan un estudio poblacional en niños impedidos del contacto con uno de los progenitores y explicaron lo que ellos llaman Programación Parental en el Divorcio o “lavado de cerebro” y su influencia en los litigios .Este estudio estuvo a cargo de la Asociación Americana de la Sección de la Familia y la Ley. Luego de más de 12 años de investigación, publicaron en 1991 un libro llamado “Niños rehenes. Los autores encontraron que la programación parental era una forma de abuso psicológico que era practicada en mayor o en menor medida por el 80 % de los padres divorciados. Que el 20% de los niños era expuesto a esa forma de relación abusiva de escuchar mentiras y supuestos defectos del padre no conviviente por lo menos una vez al día.Este trabajo causó conmoción en
los medios de comunicación y en los círculos académicos norteamericanos: la
mayoría de los niños sufría la obstrucción del vínculo en el estudio de
Claward y Rivlin y el 20% de ellos la sufría en forma diaria. En muchos casos
cuando el niño no era complaciente, era castigado físicamente o por medios más
sutiles como el retiro de privilegios o del amor y de las atenciones por parte
del padre obstructor.
Otros estudiosos se ocuparon del
secuestro del hijo por uno de los progenitores determinando que su causa era la
relación abusiva del impedidor que le impedía discriminar sus necesidades de
las del menor.
Un factor para nosotros importante
destacado por Lund es que el SAP. Puede desarrollarse en el niño como respuesta
al stress que le generan los conflictos de los padres, tanto al inicio del
divorcio o al final. Que si el hijo es puesto en medio del conflicto por los
padres, reacciona escapando y rechazando la relación con uno de los dos.
Destaca la autora que a veces los terapeutas aumentan esta polarización en el
niño y entonces, es necesaria una orden judicial que interrumpa el tratamiento.
Todos los clínicos especialistas en el tema destacan la combinación de las
estrategias legales que cesen con el impedimento y luego las intervenciones
terapéuticas para hacer el caso manejable.
El número de Informes de los
profesionales de la salud, especialmente psicólogos y asistente sociales, se
duplicaron y también se duplicó el número de falsos positivos y de falsas
denuncias .
Una de las causas era el vacío de conocimiento de los psicólogos y profesionales de la Salud, destacado por la Academia Americana de Psiquiatría Infantil y Adolescencia en 1993 y la utilización de prácticas de efectos sugestivos e inductivos como las Muñecas Anatómicas mal denominadas “ test de abuso”. Es importante destacar que en un Simposio sobre Abuso Sexual realizado por el Centro Americano sobre Abuso sexual y negligencia se prohibió su uso como test diagnóstico (1986).( Citado por Melton y Limber, Changes in Family Law and family Life, American Psichologist vol.44, nro.8 pp.1213-1216.).También que el último Comité de Expertos de la Asociación Americana de Psicólogos en 1996 concuerda con este temperamento y establece que no pueden ser usadas en lo forense, es decir, explica que no es científico hacer consideraciones clínicas en base al juego con las muñecas ni pueden ser usadas con fines forenses ( Ver Psychological Science and the use of Anatomically Detailed Dolls in Child Sexual-Abuse Assessment –Goodman y otros, Psychological Bulletin, 1995,vol.118,nro.2 199-222).
Posición similar es la de la Asociación de Psiquiatras Americanos (Ver Practice Parameters for the Forensic Evaluation of children and adolescent who may habe been physically or sexually abused, J.Am.Acad.Child Adolesc.Psychiatry, 36: 3,march 1997)Otros autores la consideran una técnica
inductiva y coercitiva(Gardner, Goodman, Ceci y Bruck, etc.).
Lamentablemente, estas fallas que
posibilitan el uso de la denuncia falsa por parte de profesionales
inescrupulosos, se reproduce en nuestro país. El Juez Stewart, citado por Rand
en un artículo de la Asociación Americana de Psicología Forense de junio del
pasado año, escribió “.... Las Cortes
de Familia están sufriendo los efectos de una nueva moda usada por las partes
en los litigios : denunciar al otro de que está abusando del niño. El impacto
de tales denuncias en los litigios de custodia es mayúsculo (...) El Juez
de Familia está apto para cortar el acceso del padre acusado al niño
hasta la terminación de la acusación...”( pp.11). ( Obs.cit.pp.26).
Se recogieron datos de 1985 a
1986 de las Cortes de Familia a lo largo del país .En ese momento, la
incidencia de denuncias de Abuso sexual era del 2% , pero en algunos estados era
del 1% al 8%. Las denuncias de Abuso sexual en el contexto de un litigio por
tenencia y por régimen de visitas eran verdaderas, solo en un 50%.Los
Consejeros de la Corte también destacaron que ellos habían visto un incremento
de tales casos en relación a otros años.
La medida obedecía a una realidad
alarmante: 2.000.000 de niños habían sido involucrados en falsas denuncias .La
cifra es notable si la comparamos con la cifra real de 1.000.000 de niños
verdeadamente victimizados .
Pero entre tanto, es decir en el período
1980 al 1996, en Estados Unidos se había realizado una campaña masiva para
entrenar a los asistentes Sociales, Jueces, y profesionales de la salud en
conceptos tales como “Los niños nunca mienten sobre abuso”. Se alentó a
sostener sin cuestionamientos lo que el niño o la madre decía y aceptar toda
denuncia de abuso sexual como verdadera.
Estos signos presuntos eran vagos síntomas:
baja autoestima, encopresis, enuresis, bajo peso, comportamientos agresivos o
por el contrario, no saber defenderse, aislamiento social o por el contrario,
gran desenvoltura y otros normales en el desarrollo evolutivo como son las
pesadillas y la curiosidad sexual. La normal sexualidad infantil fue considerada
como signo de sospechadas pasadas experiencias abusivas
Las denuncias falsas de Abuso sexual
son comunes en los casos más severos de Alejamiento o Obstrucción del
Contacto, pero no son las más frecuentes, como destaca Gardner, Turkat, Bernet,
Yuille , Benedek etc. otras denuncias falsas son más comunes y
pueden incluir malos tratos físicos, negligencia, abuso emocional o una
historia inventada de maltrato a la mujer como sustento de la inconveniencia del
vínculo filial.
Los niños sometidos a denuncias
falsas de abuso sexual, abuso deshonesto, malos tratos, etc. sufren otra
tragedia no menos grave y también deben ser protegidos. La utilización de
denuncias falsas en que la mujer actúa el papel de “víctima de violencia“
como maniobra de obstrucción, es la otra cara del mismo drama.
Se explica allí: “la
característica esencial de este trastorno es la producción o simulación de
forma deliberada de signos o síntomas físicos o psicológicos en otra persona
que se halla a cargo del individuo” veremos un ejemplo : La madre informa
mentirosamente a la psicóloga de un servicio: ” Mi hija tenía la bombachita
con sangre luego de la visita del padre” “el médico forense me dijo que
estaba al borde del sangrado”. Aporta datos que son contrarios a los referidos
en el dictamen médico forense pero que no es dado al profesional. Simula signos
de abuso en la hija. Es decir que el profesional es engañado y no constata
mediante interconsulta las supuestas lesiones. Tampoco constata otros supuestos
síntomas que aporta la madre mediante el sencillo trámite de interrogar a la
niña. En base a la aceptación acrítica de la versión materna elabora el
“diagnóstico de Abuso” y pide la suspensión del régimen de Visitas por el
lapso que duró la evaluación psicológica (11 meses). El relato de la madre
fue más determinante que el rotundo no a las preguntas: ¿Tu papá te tocó? ¿
te tocó alguna otra persona? ¿o un compañerito?. Y más importante que la
interconsulta al médico forense que no fue realizada.
Podríamos pensar que ninguna madre
llegaría a estos extremos. Sin embargo, las madres que sufren este mismo
trastorno llegan a informar falsamente al médico sobre convulsiones
inexistentes que desembocan en un tratamiento con psicofármacos que
deterioran la salud del hijo. O agregan sustancias a las muestras de orina, etc.
APADESHI