Asociación de Padres Alejados de sus hijos
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El avance del nuevo rol paterno en
las familias de hoy
Antaño, el
papel de los padres en la familia tenía unos límites muy marcados. El padre era
“el hombre de la casa”, el encargado de mantener a la familia y llevar un sueldo
a casa. También era la figura distante para los hijos, en un plano mucho más
lejano que la madre. Eso le daba un aura de autoridad que con facilidad caía en
el autoritarismo.
Por supuesto,
no decimos que todos los padres fueran así; pero sí era una figura paterna muy
común y en muchos ámbitos se consideraba el padre adecuado.
La evolución
de la sociedad y la liberación de la mujer han posibilitado un paulatino avance
de la igualdad entre sexos, haciendo que las responsabilidades en la crianza de
los hijos se repartan mucho más entre el padre y la madre.
Por eso es
importante que se entienda que lo que suele denominarse como “la liberación de
la mujer” también supone una liberación para el hombre. Concretamente, una
liberación de los estándares que le obligaban a ser distante con sus hijos.
Es cierto que
sigue habiendo
diferencias entre papá y mamá,
tanto de manera anecdótica como de manera esencial, pero actualmente hay una
extendida conciencia social acerca de las ventajas de que padre y madre sean
percibidos al mismo nivel por los hijos.
El mejor modo
de educar a nuestros hijos en la igualdad y de vacunarles contra el sexismo es
con el ejemplo en casa. El ejemplo es el instrumento más poderosa a la hora de
transmitir principios y valores a las nuevas generaciones.
Los padres de
hoy no tienen por qué ocultar sus sentimientos para transmitir fortaleza.
Tampoco tienen por qué comportarse de manera distante con sus hijos.
Esto es algo
particularmente importante para aquellos padres que no viven con sus hijos. En
el caso de padres divorciados o separados y que no comparten la custodia de los
niños, el padre que está más alejado de ellos padece esta lejanía.
Con la
anterior visión de la paternidad se daba por hecho que era la madre quien “tenía
más amor” por los hijos y por tanto era “natural” que la custodia recayera en la
mujer si se daba el caso de la ruptura del matrimonio o de la pareja.
Esa imagen
del padre supuestamente insensible y que llegado el caso podía desentenderse de
los niños, ha sido muy perjudicial para millones de hombres y muy injusta para
que sus hijos e hijas crecieran con una relación positiva y sana con sus padres.
Hombres y
mujeres no tenemos por qué gestionar las emociones de la misma manera. Existen
diferencias biológicas que no son en absoluto negativas o que provoquen que un
género tenga desventajas absolutas sobre otro. Mientras que
los papás pueden ser menos dados a manifestar emociones,
las mamás tienen menos condicionantes sociales que les impidan esa manifestación
emocional.
Hoy en día
este tipo de separación de roles entre padre y madre, entre lo femenino y lo
masculino en lo que a criar a los niños se refiere, está siendo revisada a la
luz de los avances en igualdad de género y de las conclusiones acerca del mejor
modo de educar a los hijos.
Del mismo
modo que el rol de la madre ha evolucionado gracias a la incorporación de la
mujer al mercado de trabajo, el del padre también lo ha hecho y para mejor, no
solo para él y su pareja femenina (en el caso de parejas heterosexuales) sino,
sobre todo para los hijos, que ahora pueden disfrutar de una relación mucho más
natural y cercana con unos padres liberados de prejuicios sociales de épocas
pasadas.