APADESHI Asociación de padres Alejados de sus hijos 

SÍNDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL

 

Libro: (SAP) SÍNDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL Proceso de obstrucción del vínculo entre los hijos y uno de sus progenitores
Autores: Susana Pedrosa - José María Bouza

 PRÓLOGO del libro a cargo del Prof. Dr. MARIANO CASTEX

 

 

Presentar la obra Síndrome de Alienación parental de Delia Susana Pedrosa de Álvarez y José María Bouza constituye una grata satisfacción para un tradicional avezado en esta suerte de lides tribunalicias que tantas víctimas inocentes, sobre todo menores, deja yacentes entre las filas de quienes se jactan de pertenecer a un mundo civilizado. En efecto, este libro constituye un esfuerzo más por detener la confusión, la ignorancia y la irresponsable acción de quienes fundidos entre sí, en una primera etapa en nombre del amor, pasan con el transcurrir del tiempo a trabarse en mortal combate en donde el fruto de aquel amor primigenio, convertido en arma-objeto se transforma en elemento insustituible y necesario para ganar la guerra desatada por la suma inmadurez de los contrincantes, cuando no por la enfermedad mental que porta uno u otro de estas figuras parentales, cuando no ambas.

A lo largo de más de tres décadas, en el cotidiano trajinar del mundo del foro, se han ido viendo caer, uno a uno, cientos de menores, con lesiones irreversibles, con efectos patológicos tardos en surgir –ello se hará en la adolescencia o en la juventud adulta- pero que harán sentir su presencia en el medio societario que permitió que en su momento la Justicia, engañada por el seductor canto de dictámenes psicológicos o psiquiátricos carentes de rigurosidad científica, manipulada por el rebuzno de algunos mass media o por sesgos, ideologías o discursos prostituidos, los ha transformado en víctimas pero con victimario errado, ocultándose de tal manera que el (o la) acusado(a) victimizador(a) es en realidad, al igual que el niño desgarrado por la lucha, una víctima más en un conflicto en donde campea el error en los pronunciamientos judiciales, fundados casi siempre en informes periciales más adecuados para un tribunal inquisidor de los siglos previos al XVI.

Aportes como los de esta obra, convenientemente digeridos, con sabiduría y carencia de sesgo u otra suerte de prejuicio ideológico o religioso, son una suerte de céfiro que contribuirá sin duda a disipar espesas nieblas, o de luz para transparentar las verdades que se ocultan en la noche en que se desenvuelven muchos de los denominados tribunales especializados en la temática familiar.

En la antigüedad, cuando se trataba de borrar la historia de algún monarca, sus sucesores picaban hasta borrar los rostros de aquellos en estelas y frontispicios, en registros pictóricos y hasta en diversas formas de artesanía. El hecho llega hasta nosotros a través de la cicatriz dejada en el objeto de odio o persecución. De la misma  manera, solamente en nuestro país, hay centenas de padres o madres separados de sus hijos y en donde el cónyuge "ganador" –tras su ataque filicida– procura erradicar todo vestigio de su ex pareja, coartífice del niño.

Sin embargo, como en los tiempos pretéritos, la lesión cicatrizal que la extirpación ha dejado perdura y hablará a lo largo de toda la historia de vida del hijo víctima. A la vez, el parentectomizado cargará consigo el daño psíquico ocasionado por la violencia del cónyuge extirpador y la pérdida de su vástago.

Por suerte, en muchos casos, la vitalidad y energía del menor victimizado alcanza a imponerse por sobre el deterioro en que se lo sumerge y, con el correr de los años, al ingresar a la vida adulta, logra imponerse de la verdad no sin tener que abonar costos elevados a lo largo de la cristalización de su personalidad y en su capacidad plena de goce como componente de un nuevo hogar.

Las neurociencias experimentales contemporáneas nos señalan hoy en día que en camadas de ratas, en donde se ha infligido algún sufrimiento a alguna de las lactantes pero restituyéndolas luego al conjunto de hermanos, las lesionadas aún criándose a partir de su restitución en condiciones óptimas han registrado la injuria en su neurosistema central y ello se traduce en forma de trastornos severos de conducta: elevada agresividad, conductas no acordes con la orientación de género biológico, etc.

El psicoanálisis al referirse a los traumas infantiles, producidos en medios parentales en conflicto, señala la perdurabilidad de aquellos y su negativa influencia en el desarrollo de la personalidad.

En consecuencia, cabe al menos asumir alguna cautela, cuando se trata de extirpar en un conflicto familiar a uno de los cónyuges o de anatematizarlo, o de dar pie a denuncias oportunísticas, sin profundizar con rigurosidad científica en las pruebas invocadas. En estos casos, el daño que se procura paliar a través del ejercicio de la Justicia puede llegar a ser infinitamente superior a todo otro daño que el menor hubiere padecido hasta ese momento.

Este libro llega en tiempos en donde para interrogar a un niño, una disposición legal insólita por el desconocimiento que subyace en la misma, ignorando por completo a los psiquiatras especializados en la temática infanto-juvenil –que los hay y son muchos–, otorga exclusividad para interrogar a una presunta víctima a psicólogos, con frecuencia con escasa experiencia en el tema y que se guiarán para no perder su puesto, casi seguramente por el sesgo o por una intuición audaz, cuando no por alguna prevención ideológica.

Para peor se vive el mito de la cámara de Gessell, olvidando que la única prueba válida obtenida con este medio, reside no en el uso del artefacto, sino en la modalidad y metodología del interrogador, debiéndose en absolutamente todos los casos registrar en imagen la totalidad de la entrevista para permitir una validación y/o revalidación ulterior por expertos independientes, ya que ello hace a la más elemental administración de Justicia.

Más grave aún, se viven tiempos en donde un niño, presunta víctima en esta suerte de conflictos, es remitido a tratamiento en carácter de victimizado, aún antes de haber sido debidamente estudiado en la sede tribunalicia.

Los resultados de todo ello engendran más y más daño y más y más víctimas inocentes, incluso para la propia imagen de la Justicia que invocando a la ley la pisotea sin resquemor alguno.

Ha llegado sin duda la hora en que la Justicia debe interrogarse acerca de los límites que deben primar en ella con respecto al uso y al ejercicio de la coerción penal, efectuando para ello un adecuado balance de riesgo beneficio en cuanto a la instrumentación de un menor como elemento de prueba, disfrazándose con el argumento falaz que se prefiera.

También es tiempo ya, para que una vez por todas recuerden aquellos que deben aplicar a Temis -diosa griega de la Justicia- que, en palabras de un prestigioso criminólogo argentino, el victimizador es con frecuencia también víctima y el denunciante el auténtico verdugo. En materia de violencia familiar, toda proclividad a obstaculizar un vínculo, por mínima que fuere esta, por parte de uno de los componentes de la pareja en conflicto es sin duda ya un signo patognomónico de que algo funciona muy mal en aquella persona que exhibe tal conducta.

No quisiera concluir esta breve presentación sin hacer referencia a algo muy personal. Cuando uno es ya mayor, acercándose al horizonte en donde se visualiza o percibe ya la Laguna Estigia, constituye un placer exquisito el aprender de las generaciones jóvenes, admirando a quienes descuellan en estas legiones. En especial, Susana Pedrosa es para quien esto escribe, una referente permanente en temáticas de familia y de minoridad, en especial de violencia y por ello debo confesar con absoluta sinceridad que, al firmar estas líneas, ella, junto con su coautor José María Bouza, me han enseñado muchas cosas nuevas, expresadas con claridad, precisión y buen juicio, brindándome de tal manera una vivencia de alegría y de satisfacción que únicamente sabemos vivir con plenitud los docentes con vasta experiencia, cuando vemos llegar bien alto a algunos de sus antiguos cursantes.

En otras palabras, este libro se constituirá de modo indudable como un hito, en donde hemos de abrevar a todos aquellos que luchamos a diario en el campo de la violencia familiar, para que se atenúe la misma, en bien de las víctimas inocentes sumergidas en la conflictiva y que ello se haga mediante la instrumentación docta y Justa.

Prof. Dr. MARIANO CASTEX - Doctor en Medicina, especialista en Psiquiatría y Psicología médica. Licenciado en Filosofía. Licenciado en Teología.

 

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